Un día como hoy 3 de enero en el año 1935 nacia en la localidad que rivaliza con Barrero Grande en ser el lugar donde se elabora la chipa más rica del Paraguay, la ciudad de Coronel Bogado, un hombre que iba a marcar hitos en el deporte primero y en el séptimo arte después: Florencio Amarilla Lacasa, el itapuense que le hizo tres goles a la entonces poderosa selección uruguaya, que posibilitaron una impactante clasificación de la selección paraguaya de futbol al mundial de Suecia de 1958, ganando la primera incurión ecuménica de nuestro más popular deporte por via de competencia clasificatoria.
El hombre gol de la Albirroja en aquella histórica instancia, había logrado exposición gracias a los campeonatos de Interligas, defendiendo los colores de la Liga Encarnacena de Futbol. Su pase fue adquirido por Nacional y sus buenas actuaciones con la Academia, hicieron que el gran capitán Don Aurelio Gonzalez lo convocara a la selección que debía afrontar la eliminatoria contra Uruguay, (que hacía poco más de seis años seis años, el 16 de octubre de 1950 había dado el celebérrimo Maracanazo ganando su segundo titulo a nivel FIFA y cuarto a nivel general en el mundo) y la siempre combativa yr espetada selección Colombia.
Entonces lucía a gran altura en Cerro Porteño Genaro Benitez, el popular Avión Colí que era dueño indiscutido de la casaca número 11 titular. Pero justo en vísperas del partido con Uruguay en Puerto Sajonia, sufrió una lesión que le imposibilitó estar en el equipo. Ahí tuvo su oportunidad el itapuense, entrando a jugar de titular.
Aquel triunfo albirrojo es uno de los más memorables por lo histórico y anecdótico. Despertó tal expectativa el juego, que uno de los patrocinantes de las transmisiones de futbol por radio de aquella época, prometió regalar una cocina a cada autor de un gol frente a la poderosa celeste. Al final tuvo que obsequiarle tres a Florencio que hizo un partido memorable. Consiguió un hat trick efectivamemte. al gran guardavallas oriental Walter Taibo, sucesor del histórico Roque Gastón Máspoli, que atajó en el memorable Uruguay 2 Brasil 1 de Rio 1950.
Ese (también memorable para nosotros) 14 de julio de 1957, por el grupo C sudamericano, Paraguay alineó a Rubén Noceda, Edelmiro Arévalo,Juan Vicente Lezcano y Eligo Echagüe; Ignacio Achucarro y Salvador Villalba; Juan Agüero, Enrique Jara Saguier. Ángel Jara Saguier, Óscar Aguilera y Florencio Amarilla.
No había cambios en aquella época, los que fueron aceptados por la international Board recién en 1958. Si un jugador se lastimaba y podía mantenerse en pie, se iba como puntero izquierdo y casi no se movía o se arrastraba en el campo nada más que para estrobar y distraer a la defensa rival.
Amarilla entró con la pólvora preparada desde el vamos y ya a los cinco minutos anotó su primer tanto. A la vuelta de los camarines, el itapuense recargó bien las baterías y esta vez estalló con fuerza duplicada, convirtiendo a los 3’ y 12’ del periodo complementario. Ya con el juego definido y la histórica clasificación concretada, ampliaron cifras a los 41’ Juan Bautista Agüero (después transferido al Real Madird por su club, el Olimpia) y a los 44’ Angel Jara Saguier (uno de los célebres hermanos lanzados por la gran cantera azulgrana de entonces, Dario, Enrique, Alberto y Carlos quien como DT dirigió a Paraguay en dos juegos olímpicos).
El cotejo fue dirigido por el colegiado inglés John H. Husband y la Celeste charrúa alistó a Walter Taibo Matínez, William Martínez., Oscar Villariño, Edgardo González, Néstor Gonçalves, Luis Miramontes, Carlos Borges, Héctor Rodríguez, Oscar Míguez, Javier Ambrois, Walter Roque. DT: Juan López.
Del futbol al séptimo arte
La formidable actuación ante Uruguay en Sajonia con el seleccionado guaraní le valió a Amarilla el traspaso internacional al futbol europeo, despues de una breve militancia en Olimpia, transferido por Nacional. Su carrera se completó en España donde defendió inicialmente al Real Oviedo y luego al Elche en primera y los equipos del ascenso Constancia, L’Hospitalet y Almeria donde se afincó, cerró su trayectoria como futbolista en 1970 y empezó su carrera como doble y actor de reparto en peliculas rodadas en la región como ‘100 rifles’, ‘Shalako’, ‘El Cóndor’, ‘Patton’, ‘Sol rojo’ y ‘Conan, el bárbaro’.
El destacado y prestigioso colega Luis Argüello Duo en sus cotidianas Efemerides consigna respecto al papel artístico que protagonizó Florencio: «Por verle cara de indio, le ofrecieron participar en peliculas junto a Raquel Welch, Burt Reynolds, Lee Van Cleef, Yul Brynner y otros, como en la ganadora del oscar, Patton y en Conan El Bárbaro con Arnold Schwarzenegger. Compartió camerinos con Charles Bronson, Alain Delón, Toshiro Mifune y Ursula Andress».
Falleció el 25 de agosto de 2012 en Velez-Rubio, provincia de Almería, España.
Monumento frente al Villa Alegre
Hoy la efigie de uno de los hijos más representativos del departamento de Itapúa, está perpetuada en el monumento al indio, ubicado en la conjunción de las rutas 1 y 6 justo frente al estadio Villa Alegre de Encarnación.
Fue justamente al cumplirse los 408 años de fundación de dicha ciudad, que se erigió el monumento al lado del del santo sacerdote Roque González de Santacruz.
El acontecimiento tuvo entonces una participación central del futbol con el juego Ameliano 2 Olimpia 2 por el campeonato Apertura de la APF el 25 de marzo de 2023 en una jornada que conjugó historia, arte y deporte.
El futbol, como en su momento describimos en LA TRIBUNA, quedó en medio de dos nobles y elevadas manifestaciones del arte. Antes del juego de referencia, se habilitó la estatua de más de 12 metros de altura ubicada en la cabecera de la ruta 6, del Ruvichá Itapúa, ubicada enfrente a otra obra similar que recuerda a San Roque Gonzalez de Santa Cruz, todo un símbolo de la apertura hacia la evangelización de los indígenas del lugar, obra magnifica del escultor concepcionero Orlando Gonzalez quien ya había tenido vinculo con el deporte al hacerse cargo del monumento al boxeador, en el corazón de la capital del Primer Departamento de Concepción. El artista se inspiró en el rostro y la expresión de Florencio Amarilla, que así queda reflejado en la escultura del Cacique que dio nombre al séptimo departamento.
