Su frágil cuerpo ya no aguantó más. Despues de diez dias de luchar como lo habia hecho en las canchas tanto tiempo, Hugo Sotil, uno de los más grandes delanteros de la historia del futbol del Perú, Sudamérica y el mundo, no pudo eludir una final insuficiencia renal y hepática, consecuencia letal de un shock septico provocado a consecuencia a su vez de una falla organica multiple. Había cumplido 75 años el 18 de mayo pasado, siendo oriundo de la ciudad de Ica.
Con el «Cholo», como cariñosamente lo apodaban, se va una de las grandes glorias del deporte popular, un sutil goleador, surgido en un modesto club de ascenso de su pais y proyectado por el Deportivo Municipal del que saltó al Barcelona, para ser estrella rutilante al lado del mejor futbolisa de aquella época, el historico astro de la naranja mecánica holandesa, Johan Cruyff.
Sotil que casi trajo en su propio apellido la característica distintiva de su futbol lleno de sutilezas y malabares, no solo destacó por sus grandes cualidades técnicas para practicar al futbol, sino por su don de gente, su humildad y su profundo amor por las casacas que le cupo defender durante su carrera de 18 años (en su pais Deportivo Municipal, Alianza Lima, Los Espartanos de Pascamayo y Deportivo Junion donde cerró su carrera en 1986, Barcelona de España eIndependiente Medellín de Colombia) y fundamentalmente la selección incaica, en la que vivió un episodio increible en su momento de mayor gloria.
En la época en la que el balompié peruano vivió su mejor etapa (la década de los setenta del siglo pasado), no existía la exigencia FIFA que favorecía a los futbolistas profesionales para dejar sus clubes y acudir al llamado de sus selecciones nacionales. Perú habia llegado a la final de la Copa América de 1975, en pleno ciclo exitoso del Cholo en la ciudad condal con la azulgrana del Barza. El club no concedió el permiso para que viaje a jugar la finalisima (tercera instancia decisiva) en el campo neutral del estadio Olimpico de Caracas contra Colombia. El Cholo que amaba entrañablemente a su pais, se escapó de España y se unió al grupo en la capital venezolana. Jugó el partido y fue la figura y autor del único gol con el que el combinado nacional de su pais, ganó su segundo y ultimo titulo del máximo torneo de nuestro continente y más antiguo del planeta.
Cumplida su misión volvió a Barcelona, cuyos dirigentes entendieron que el gesto de Sotil no fue un acto de rebeldía sino de amor a su patria. Y perdonó el supuesto desliz. Siguió jugando el resto de aquella y otras dos temporadas y entabló una amistad que fue más allá de lo profesional con el precitado ídolo de los cotalanes, Cruyff (foto) que en la vida así como en la cancha, terminó siendo su compadre y padrino de su hijo, a quien le puso su nombre (Johan),
Estos ejemplos de vida merecen ser recordados y emulados en un mundo que entra al año 2025, en medio de un apabullante materialismo y pérdida de valores.
