LA TRIBUNA ha sido desde antes de su aparición, por la acción de sus fundadores continuadores de la obra del gran pionero de la comunicación deportiva Adolfo Riquelme, una fuente inagotable de difusión y respaldo a los deportes y en modo puntual y especial, al más querido por los aficionados paraguayos: el futbol.
El primer director de LA TRIBUNA, don Eduardo Schaerer, fue el mayor de los periodistas que secundaron a Adolfo Riquelme, desde las páginas del periódico antecesor de nuestro medio, EL DIARIO, a impulsar la práctica y el conocimiento del balompié.
Fue en la misma redacción de aquel histórico periódico, en Alberdi y Presidente Franco, que nació el 18 de junio de 1906 la Liga Paraguaya de Futbol Association.
Después del bárbaro asesinato de este prócer periodístico y deportivo, primer presidente de la Liga, don Eduardo Schaerer tomó la posta que dejó su compañero de lucha e ideales y desde el 31 de diciembre de 1925, LA TRIBUNA pasó a ser el gran vocero y caja de resonancia y divulgación de los quehaceres del balompié y toda actividad deportiva, fiel al compromiso estampado en la introducción de la primera pagina que dejó impresa en su primer ejemplar bajo el titulo de VIDA DEPORTIVA. Reproducimos el encabezado con letras destacadas de aquel texto:
“Esta página queda abierta para servir los bien entendidos intereses del deporte nacional. En ella serán acogidas todas las iniciativas que tienda a fomentar o dar vida a los deportes, cuya práctica ha pasado a ser programa de todos los gobiernos del mundo que se preocupan del bien de la raza cuyos destinos rigen. Para los apasionados sin razón de ser, los personalismos y los bajos egoísmos, ella quedará cerrada por siempre”.
Hoy a pocas horas de entrar al año del centenario de nuestra publicación, ahora en las más modernas formas de comunicación digital, en web, redes y plataformas audiovisuales, renovavamos este compromiso que tan sabiamente nos inculcaron nuestros grandes pioneros.
LA TRIBUNA seguirá siendo un medio comprometido con la verdad, con el servicio a la comunidad deportiva, erigiéndose en custodio de los genuinos valores que el deporte preconiza en su pura esencia, enfatizando su sana práctica en la certeza del beneficio que brinda a quienes lo cultivan, de forjar una mente sana en un cuerpo sano, para moldear nobles ciudadanos de bien, capaces de edificar una mejor sociedad y una patria feliz.