Escribe: ALBERTO SISA
Colaboración especial para LA TRIBUNA
El regreso de Tyson fue anoche una sombra de lo que fue en sus mejores tiempos, que destellara con sus potentes puños y singular y depurada técnica boxística de la defensa y ataque, siendo en aquellos inicios de los años 80, el más joven boxeador en ganar un título de campeón del mundo de los pesos completos.
En su tan promocionado regreso, de la que tanto se mantuvo expectante durante meses, con el enfrentamiento entre un novato boxeador, Jack Paul, rapero de 27 años, actor y youtuber famoso, devenido a boxeador, y un Myke Tyson, a quien se lo vió lerdo, falto de aire, con la mirada fija y perdida, sumado a sus movimientos cansinos en su andar po el cuadrilátero, que incluso hacía dudar de su estado atlético, pasado el tercer round.
Por otro lado, un Jack Paul lucía más íntegro, pero irresoluto y titubeante en sus repetitivos golpes de jabs, que no causaron mayores daños al ex campeón. Paso a relatar brevemente dos casos emblemáticos, de dos glorias del boxeo mundial, Joe Louis y Muhammad Alí. Esto teniendo como antecedente a grandes campeones que se retiraron con gloria, pero luego tentados por grandes bolsas de dinero volvieron al cuadrilátero, ya entrados en edad, y que terminaran sus carreras con resultados adversos.
Uno de los casos es del otrora gran campeón del peso máximo, Joe Louis, una gloria del pugilismo, admirado por muchos, por su pegada demoledora, destreza técnica, y que se distinguía por su sencillez y don de gente.
En el año 1951 vuelve al boxeo contra Rocky Marciano, «el asesino de Brockton», en ese entonces era un joven y prometedor boxeador, de gran pegada demoledora; el único peso completo hasta ese entonces retirado invicto con un record impoluto de 49-0. Marciano noqueó a Louis con un gancho de izquierda en el octavo asalto, enviando a Louis fuera del ring, para asombro del público, y tristeza del propio Marciano, pues había derribado a su máximo ídolo, a quien veneraba y seguía sus pasos desde su niñez.
Otro regreso emblemático fue el de Muhammad Alí, quien tuvo dos regresos. El primero, contra León Spinks, con quién perdiera en la primera pelea por decisión dividida, y en la segunda, celebrada siete meses después, ganara la revancha por puntos.
Luego al llamado «loco de Louisville», Alí, le tentaría un combate con un boxeador mucho más joven, Larry Holmes. Este enfrentamiento se llevó a cabo el 2 de octubre de 1980 en el Caesars Palace de las Vegas, Nevada, Estados Unidos. Estaba en disputa el cetro del CMB, por el campeonato de los pesos completos.
El nombre de aquella recordada pelea fue titulado «El último hurra». La disputa terminó con una victoria para un novel Larry Holmes, quien obligó a Muhammad Alí a retirarse en el décimo round. Este combate estaba muy lejos de lo que fue en su época Classius Clay, quien luego adoptara el nombre de Muhammad Alí, por sumarse al credo musulmán. Fue una triste sombra de aquel boxeador exquisito y completo, con una grácil técnica, rapidísimo juego de piernas y cintura, sumado a sus veloces mandobles de jabs, que mucho daño causará a sus oponentes, dejandi a muchos de sus rivales fuera de combate. Era vistoso verlo pelear a Clay, por la elegancia en sus desplazamientos, lo que motivará a que él dijera de si mismo: «vuelo como mariposa y pico como abeja».
Esa sombra que acompañara a grandes púgiles que ha dado la historia del boxeo, lo acompañó anoche a Mike Tyson, lejano a sus años de gloria por sus espectaculares victorias, casi todas por la «vía del cloroformo».
Esa sombra irreversible y pertinaz que envuelve a grandes atletas con el peso de los años, que desdibuja la memorable imagen de sus años de esplendor, así como a sus impecables records. Sombra imperdonable para muchos de sus legendarios protagonistas, que volviera a ensombrecer a un ídolo como Tyson, en la madrugada de este sábado, en un colmado estadio del AT&T Stadium de Arlington, Texas.