Fue muy triste apreciar los toscos y lerdos movimientos del otrora gran monarca de todos los pesos en el boxeo mundial, el recordado Mike Tyson en el festival que marcó el debut de la plataforma Netflix en el ámbito boxístico en Arlington, Texas, el estado que aceptó realizar un espectáculo que como se podía prever, fue más show que deporte.
Ganó Jake Paul por puntos en fallo unánime. La juventud y una abismal diferencia de estado físico pudieron mucho más que la trayectoria y la experiencia en una lucha que a partir del tercer round fue una constante y hasta aburrida repetición de ese marcado desequilibrio, vuelta por vuelta con dominio del rapero boxeador. Solo en los dos primeros capitulos, se vio a un Tyson que por lo menos intentó acortar la distancia que siempre mantuvo Paul y se pasó mordiendo el pulgar izquierdo de su guante siempre en alto en actitud defensiva.
Casi no lanzó golpes en toda la noche, en especial del tercer round en adelante hasta el octavo y final. Paul inteligentemente se alejó cuanto pudo de los puños de ex campeón mundial. No arriesgó en absoluto y con ese planteo inteligente, tocando arriba y saliendo rápido, hizo lo necesario para ganar.
Tuvo un gesto loable en los segundos finales cuando antes de abrazar a su rival, como es norma en el viril deporte de los puños, lo reverenció saludándolo con además de admiración y respeto.
Tyson fue una caricatura del gran boxeador que fue y lo único que podía darle el triunfo sería un golpe afortunado que nunca pudo sacar en un repertorio muy limitado por el paso y el peso de los años.
Un jurado dio el veredicto de 80-72 y las otras dos coincidentes tarjetas fueron de 79-73.
Lo mejor de la dilatada noche se vivió en la previa de la pelea estelar en el imponente y majestuoso AT&T Stadium, ante 70.000 espectadores y millones de seguidores en todo el mundo. La pelea entre dos de las mejores exponentes del pugilismo femenino, ganó la irlandesa Katie Taylor a la portorriqueña Amanda Serrano por puntos en decisión unánime.