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sábado, 19 de octubre de 2024
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Brújula deportiva: Convivamos con la IA, sin endiosarla ni satanizarla

En nuestros días, en los tiempos que vivimos, los comunicadores nos topamos con una realidad a la que debemos enfrentar, siempre dispuestos a ejercitar la acción recomendada por el padre de la ética periodística, el gran maestro polaco Ryszard Kapuściński, quien nos enseñó la primera de toda lección en este oficio de informar: «Para ser un buen comunicador hay que empezar por ser una buena persona».

DESAFIOS NUEVOS Y CRECIENTES

La tecnología día a día nos impone nuevos desafíos y está erguida, vigente, desafiante y atractiva, la inteligencia artificial (IA). Que hacer con ella? Que actitud adoptar, asumiendo de antemano que tendrá que ser cualquier postura menos la del ñandu que entierra la cabeza para no ver el disparo de su matador cazador.

A la  luz de las primeras experiencias de convivencia con la IA, la aceptamos como una amiga eficiente, pero no infalible, efectivamente inteligente pero no siempre lógica, una herramienta sumamente útil, pero que nos impone un tratamiento prudente y hasta si se quiere astuto.

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NI INFIERNO NI EDÉN

No podemos ni debemos entrar en el fangoso, empantanado y peligroso terreno de la crítica descalificadora, ni en la opuesta exaltación desmesurada. Como la canción “Es mi vida” que el gran intérprete siciliano Salvatore Adamo, el “jardinero del amor” popularizó el siglo pasado: “no es un infierno, tampoco es un edén”.

A la Inteligencia Artificial no la debemos endiosar ni tampoco satanizar, sino saber utilizar.

La IA por más que se la cargue con datos útiles no crea o si lo hace puede elaborar un producto incorrecto por errónea interpretación de criterios que requieren el aún insustituible raciocinio humano.

Ayuda a ordenarlos con plausible celeridad pero sin la necesaria discriminación, confundiendo a veces eventos, años y protagonistas, armando una verdadera ensalada de imprecisiones, confundiendo fechas o colocándolas donde no deben estar ubicadas.

Es que la IA hoy, así como los motores de búsqueda en internet de ayer no más, no representan un oráculo, sino  una vía útil que nos puede conducir a la meta que perseguimos.

Pero es imprescindible, al menos por ahora, someter sus conclusiones a un chequeo razonable al ser inevitable que se meta en los peligrosos atajos del error y la falsedad en sus conclusiones.

La IA debe ser para el comunicador, lo que el hacha es para el leñador. Asi como éste, no dejemos que la herramienta nos indique lo que debemos hacer, sino que nos ayude a hacerlo.

LA INVESTIGACIÓN DEBE SEGUIR

La tarea de investigación periodística por tanto, tendrá que seguir siendo la paciente convivencia de horas de revisión de documentos en bibliotecas, hemerotecas y museos, así como en los no siempre bien cuidados archivos de entidades.

Estos escritos encierran verdaderos tesoros escondidos que aún se puede descubrir y sacar a luz como ocurrió con Machu Picchu, esa verdadera reliquia de la civilización inca.

Esta tarea no ha terminado ni acabará así como ni el cine mató al teatro, ni el video a la radio, ni internet a los medios tradicionales.

No hay que temer a la IA y al contrario es necesario saber que podemos y debemos convivir con ella, con la certeza que la suya, es una repetida historia que ya la conocimos y cuyo final tiende a ser el mismo y tiene que ser siempre el cerebro del hombre el que guie y encamine al de la máquina.

Lo peor que puede hacer un periodista hoy es dejar que la IA haga su trabajo y sobre todo su labor de investigación, esa que es edificada solidamente con los consistentes ladrillos de paciencia y horas de revisión de archivos, que le permitió a Andres Riquelme rescatar la historia de todos los resultados del futbol paraguayo y colaterales historias ocultas como determinar que la primera audición radial exclusivamente deportiva, salió al eter por ZP9 Radio Prieto el 16 de noviembre de 1935.

EL HALLAZGO DE TESOROS OCULTOS

Esa abnegada tarea de pioneros de la historia deportiva como Julio César Maldonado o Miguel Angel Bestard pudo encontrar lo que no existe IA que lo pueda hacer y a determinar que antes de la fundación del club Mbiguá y el club Olimpia (decanos del deporte y del futbol respectivamente en el Paraguay), hubo un desaparecido Club Ciclista que organizaba competencias de bicicleta a fines del siglo XVIII, o que por desconocimiento, se lanzó una campaña periodística para darle nombre al estadio de la  Liga Parguaya de Futbol, cuando ésta había dispuesto antes del estallido de la Guerra del Chaco llamarlo Stadium Uruguay.

No hay que temer a la IA ni a los robots. Hay que darle la mano, pero no dejar que ésta nos maneje. Al menos en el campo del periodismo, la calidad y la autenticidad aún no hallaron quien les domine y menos que les margine.

La convivencia se impone. Hay que contar con su ayuda como herramienta valida y no apartarla como quienes pensaron que Colón estaba loco o asesinaron a Galileo por afirmar que la Tierra se movía.

Al contrario, demosle la bienvenida pero sin someternos reverentemente a sus falibles resultados y menos al comprobar que no se la puede aceptar de primera y ciegamente.

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