Después del Día del Padre vale la pena ver esta serie de seis capítulos. Y no en balde decimos «vale la pena» porque no se trata de una historia agradable, atrapante sí, pero dolorosa. Cumberbatch no encarna a un padre «luchón», es un ser consumido en el resentimiento, que se entrega de lleno al alcohol y que no duda en ingerir toda sustancia que lo ponga en órbita. Es el creador de un programa televisivo con marionetas, al estilo de «Plaza Sésamo» pero que ya no está en sus mejores días, sobre todo por causa de su incontenible actitud.
Vincent, tal es el nombre, es papá de Edgar, un niño que es tan o más ingenioso que él. Ha creado un personaje basado en su padre y que dibuja en todas partes, al que llama Eric. Es una figura enorme y asustadora como las criaturas de «Dónde viven los monstruos», el clásico libro de Maurice Sendak.
Vincent pasa las noches peleando con su esposa Casse, y Edgar ya no soporta tanta brutalidad. Una mañana, de ida a la escuela, desaparece. Nadie sabe que pasó con él. Es el New York de los años ochenta, en el que la violencia, el caos, el abandono y la corrupción están a la orden del día.
Cualquier cosa pudo haber ocurrido con el chico. Así, pasa a engrosar la lista de niños desaparecidos que investiga un retraído, pero firme, oficial de policía.
Vincent, que debía acompañar al chico esa mañana, sumará una culpa más a su abultada mochila, y en su desesperación intentará llevar al programa a Eric para pedir a Edgar que vuelva a casa. Pero es el mismo Eric el que se convertirá en un alter ego de Vincent y no lo dejará en paz.
La británica Abi Morgan (creadora de «River», aquella serie sobre el policía que conversaba con su compañera muerta) nos presenta una serie demoledora en la que ningún personaje se salva, todos tienen algo oscuro o sospechoso.
La historia se abre a muchas vertientes para regodearse en la podredumbre, hasta de una manera exagerada. Pero no debemos perder el hilo de que se trata de una relación de padre e hijo. Vincent nunca ha hecho las paces con su padre y repite su mismo comportamiento con su hijo. Logrará Eric romper la maldición?