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viernes, 22 de noviembre de 2024
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Hace 50 años: el legado del Festival de Rock que desafió la censura policial

El rockero Marzo Paraguayo (I)

Por: Sergio Ferreira1 ([email protected])

En este caluroso tercer mes del 2024 se cumplen cincuenta años del Festival Paraguayo de Música con Actitud Progresiva, uno de los hitos fundacionales de nuestro rock, un encuentro que reunía a los pilares rockeros pero que realmente pasó a la historia por haber sido suspendido por la Policía, con el público y los músicos juntos en la cárcel. También en una abrasadora tarde de marzo, pero de 2004, se realizaba el Quilmes Rock, puerta de entrada de las grandes reuniones multitudinarias de la primera década de este siglo y que definieron la época de mayor esplendor del rock nacional. En esta primera entrega hablaremos del festival que tuvo lugar en el antiguo Cine Quinta Avenida, donde tenían previsto presentarse unos 17 grupos pero solo unos pocos lograron hacerlo.

Estamos en la primera mitad de los años setenta, las orquestas de fiestas dominan la escena musical. Sin embargo, iba creciendo una incipiente corriente rockera, que proponía temas propios en castellano, inspirada en el rock argentino. Dichos grupos se habían presentado en los festivales que se realizaron en el Jardín Botánico en 1973 y necesitaban más escenarios para seguir creciendo. Es así que Jorge Goiburú, Roberto Airaldi y Benjamin Alfonso Parodi se reunen para organizar una gran tocata. Goiburú y Airaldi conducían hasta hacía poco un programa radial llamado «Dimensión Progresiva» en Cáritas, mientras que Benjamín, hermano de Alcy Rock, tenía su propio grupo: Chaval.

El evento fue anunciado por primera vez en el diario La Tribuna, el 9 de marzo de 1974 como Primer Festival Paraguayo de Música con Actitud Progresiva. Sus organizadores aclaraban que lo correcto era decir «música con actitud progresiva». En otra nota posterior, publicada en el mismo diario, explicaban que lo progresivo no es un ritmo determinado como lo son el rock, el folk, la guarania, sino que lo importante era la actitud progresiva que puede aplicarse en cualquier actividad artística. «Lo progresivo es lo que no se limita a lo conocido y es precisamente lo opuesto a conservador. Está en aquello que incorpora los descubrimientos y creaciones en todos los niveles, para expresar con nuevas sensibilidades y técnicas la esencia del hombre» decían los organizadores.

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El folk Rock

Ese marzo de 1974 estaba muy movido en cuestiones musicales. El brasileño Erasmo Carlos había actuado unos días atrás en el Sajonia, mientras que de Argentina había venido la teatrista María Escudero que ofreció un taller de música y teatro popular en la parroquia de San Roque que fue muy importante para la escena del Nuevo Cancionero, ya que en el recital de clausura del taller se presentaron composiciones que serían clásicas como «Para un rostro labrador», de Maneco Galeano, y «Victor libre» , de Maneco y Carlos Noguera, entre otras. Canciones con actitud progresiva si tenemos en cuenta lo expresado más arriba. También para fin de mes se anunciaba el recital del dúo Mario y Hugo, conformado por Mario Casartelli y Hugo Sabaté, en el CCPA. Interpretaban temas propios en una propuesta folk rock.

Todos los participantes del Festival de Actitud Progresiva debían interpretar temas propios y en castellano y estar alejados de la onda comercial, es decir, no debían ser orquestas de fiestas. A pesar de eso, el cartel incluía a La Fórmula Quinta, Los Bravos y Los Relámpagos, que solían animar fiestas como orquestas. En fin, los grupos anunciados fueron los acústicos Mugre, Juan y Mario, Trío de Gladys, Espiral, Chester Swann y Pibe, y los eléctricos Chaval, Ataúd, Por un solo Día, Grupo Pynandi, Trío Los Tres, Tom Trío, Alcy Rock, Los Buffalos, además de los mencionados Formula Quinta, Los Bravos y Los Relámpagos.

Inicialmente el nombre completo iba a ser Festival Nacional de Música con Actitud Progresiva, pero los organizadores tropezaron con la Municipalidad que esgrimió que solo el Gobierno tiene la potestad de declarar nacional a un evento. Entonces cambiaron el nombre a Festival Paraguayo de Música con Actitud Progresiva.

Festival de rock

Consiguieron el cine Quinta Avenida, una sala ubicada en el corazón del Barrio Obrero, al lado mismo del Club Cerro Porteño. Un cine tradicional de barrio, que funcionó durante décadas y que actualmente es el Casino Quinta Avenida. El festival fue programado para el viernes 15 de marzo (cincuenta años después, coincidentemente cae el mismo día). Las entradas fueron fijadas en G 50, lo que costaba un ingreso al cine en la época, y lo recaudado sería destinado a reflotar el programa «Dimensión Progresiva».

Contrataron los equipos de amplificación y prepararon el lugar para que tenga onda. El artista plástico Carlos Almeida, que colaboraba en la organización del espectáculo, encontró unas latas viejas de películas en la cabina y en una de ellas había un noticiero que mostraba el despegue de un cohete Apolo. Editó la película para que muestre una proyección continua del despegue. Storm Records puso el sonido y en los intermedios pasaban grabaciones de Black Sabbath, Deep Purple, Led Zeppelin, Genesis, en fin los grupos de la época. Hoy puede ser algo común, pero en ese entonces era toda una novedad.

Así, el día del festival, muchachos de pelo largo y remeras coloridas se agolparon en el cine Quinta Avenida. «Lo del rock paraguayo era toda una novedad, ante la atónita mirada de los transeúntes que no entendían bien lo que ocurría aquella noche de rockeros melenudos que entraban y salían del cine», recuerda Cacho Rock que integraba dos grupos: el trío Mugre, con Nicodemus Espinosa y José Antonio Quintana, que tocaba la armónica, y Ataúd, con Nicodemus, como compositor y voz; Lulo, en la batería; Ñeco Figueroa, en guitarra rítmica; Marcial Congo, en bajo, y Cacho en la primera guitarra.

Luego de actuar el primer grupo, aparecieron agentes de policía con la intención de suspender el festival, ya que aparentemente no se habían gestionado los permisos de Autores Paraguayos Asociados (APA) y de la comisaria cercana, autorizaciones necesarias para realizar cualquier actividad pública en la época. Hubo una interrupción de casi una hora hasta que entre discusión y discusión se llegó a un acuerdo y prosiguió el concierto.

Pero hacia el final, los policías volvieron y suspendieron definitivamente la velada. «Decían que estábamos todos «volados», que éramos todos comunistas y drogadictos. Lo que sí pasó es que unos 15 rockeros fuimos a parar en la Comisaría 4a.», dijo Alcides Alfonso Parodi , mejor conocido como Alcy Rock en su libro «Movimiento rockero y orquestal del Paraguay», publicado en 2003. Algunos lograron zafar, como Jorge Cáceres que se presentó con el trío Los Tres, que componía con el guitarrista Roberto Thompson y el baterista Toti Morel. Riolo Alvarenga logró escabullirse al casino de al lado, donde estaba actuando el conjunto del pianista Oscar Faella, mimetizándose entre sus colegas músicos.

De la serenata al calabozo

Los integrantes del Trío Mugre ya se habían retirado cuando ocurrió la redada pero no se salvaron de ir en cana por una cuestión desafortunada. Iban caminando por Quinta Proyectada cuando se encuentran con un señor ya mayor que salió a su jardín a tomar el fresco, cansado, sin poder dormir. Al verlos con guitarra en mano, los llama y les pide una canción. Entonces, complacen el pedido y se ponen a cantar cuando pasa una patrullera que se detiene. Baja un oficial y les pregunta a los músicos si tenían permiso para llevar serenata. Como no tenían, también fueron al calabozo a pasar la noche.

La Tribuna hizo la cobertura del festival, y publicó una crónica el martes 19, la semana siguiente al evento. No dice nada de la interrupción de la Policía, solo da cuenta de la espontaneidad y la comunicación que se desarrolló entre público y artistas. La crónica, que no está firmada, solo menciona a los que considera los mejores de la noche. No nos consta si el cronista estuvo presente durante la redada o prefirió omitir el hecho.

Publicación de LA TRIBUNA, sobre el festival de Rock en el Quinta Avenida.

La crónica dice que Alcy Rock fue el que demostró mayor oficio y que «El día sin luz» fue el tema que crearon e interpretaron. Alcides Parodi actuó con Thompson en la guitarra; Claver Areco, en la batería, y Ramón Domínguez, en el bajo. Alcy cantaba y era la segunda guitarra.

Chester Swann actuó con una mandolina interpretando sus canciones «Gibermeticus», «Jungla» y «No me arrastro», mientras que Mugre presentó «Sueño perdido» , «El tema de la cuerda rota» y «Las diez de la noche», que fue muy aplaudida por la concurrencia, según consta La Tribuna.

Asistentes al festival recuerdan que los grupos participantes se despachaban en largas zappadas, tal como son conocidas las improvisaciones en el ambiente rockero.

El diario ABC no publicó una crónica, solo el anuncio del festival, en la edición del viernes 15. Sí le dió un amplio destaque al segundo festival que se realizó al año siguiente, en el Seminario Metropolitano, el 18 de abril de 1975. Actuaron los grupos Cuatro Palos, Alcy Rock, Fénix, Nube, Por un solo día y Vía Crucis. Entre los acústicos estuvieron Humos, Trío Mugre, Trío de Gladys, Semilla y Luz Cósmica, el nuevo grupo de Chester, Cacho Rock, Vivi Bai y Thompson.

El matutino publicó que se notaba una mejoría con respecto al primer festival, tanto en lo organizativo como en los grupos. Pero el que se convirtió en leyenda fue el suspendido. Convengamos que a pesar de la redada, encendió una chispa que se extendió luego a otros eventos. Los rockeros empezaron a entender que formaban parte de una comunidad.

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  1. Sergio Ferreira: Periodista. Autor del libro «Tengo un tema – Una historia sobre el rock en Paraguay». ↩︎