La Navidad, conmemoración del nacimiento de Jesús, despierta en Paraguay una amalgama de tradiciones arraigadas y la influencia creciente de la globalización, transformando la forma en que las familias celebran esta festividad.
El 24 de diciembre, en la víspera de la Navidad, las familias paraguayas se congregan alrededor del pesebre, marcando una noche de reflexión y unidad. Aunque el pesebre va desapareciendo lentamente, especialmente en las zonas urbanas, en el interior del país, la tradición sigue marcando una fuerte presencia, convirtiendo la Nochebuena en una ocasión para el reencuentro familiar y entre vecinos.
La evocación del nacimiento del Niño Dios, enraizada en la tradición cristiana, guarda similitudes históricas con las Saturnalias romanas, celebradas en honor a Saturno durante el solsticio de invierno. Fue el Papa Julio I quien fijó el 25 de diciembre como la fecha oficial del nacimiento de Jesús en el año 345 después de Cristo. Los historiadores coinciden en que la fecha fijada no corresponde exactamente al nacimiento de Jesús, que podría haberse registrado unos 6 años antes.
En nuestro país, aunque la influencia global ha introducido el árbol de Navidad y la figura de Papá Noel, el historiador Luis Verón destaca la resistencia de algunos hogares en Asunción que mantienen la tradición del pesebre paraguayo.
Verón remarcó la profunda sensibilidad de la fecha para los paraguayos, que incluso en las circunstancias más adversas siempre dejan un espacio para celebrar la Navidad. Señaló que incluso en los fortines durante la Guerra del Chaco, los soldados, lejos de sus hogares, improvisaban pesebres con fusiles y ametralladoras para festejar el nacimiento de Jesús.
«Antes, en el interior del país, el pesebre se construía con maíz y se decoraba con frutas de estación. Los juguetes de los niños de la casa también formaban parte de la escenografía. Globos decorativos hechos con huevos de aves como la piririta y el ynambu añadían un toque colorido y más telúrico”, recuerda Verón.
No obstante, esta arraigada tradición se desvanece lentamente. La globalización ha traído consigo la prevalencia del árbol de Navidad y Papá Noel, desplazando al pesebre paraguayo. Verón observa que antes la celebración de la Nochebuena era más íntima y familiar, con menos excesos en comida y bebida. «En las casas se compartía la chipa y el clericó, y los niños disfrutaban de bombitas inofensivas. Sin embargo, con el tiempo, fuimos invadidos por petardos más peligrosos, ingresados de contrabando», lamenta el historiador.
En un mundo donde conviven Papá Noel, Santa Claus, el árbol de Navidad, el pesebre y la flor de coco, el nacimiento de Jesús continúa siendo el motivo central para el reencuentro familiar, el abrazo cálido y la compañía, convirtiendo la Nochebuena en una verdadera Noche de Paz en medio de la transformación cultural. Feliz Navidad!!!