El ingeniero agrónomo Eduardo Sierra, especialista en agroclimatología, presentó a través de la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco), un análisis detallado sobre el comportamiento y la proyección climática desde enero de 2025. Su análisis se centró en el estado actual del sistema climático, la evolución prevista, y los efectos regionales de fenómenos como La Niña y las anomalías de temperatura en los océanos.
El experto dijo que actualmente, el Pacífico presenta un calentamiento gradual en áreas cercanas a la costa americana, aunque persisten zonas frías en la región Niño 3.4, un indicador clave del fenómeno de La Niña. Según Sierra, esta región se encuentra en una fase de «neutral frío», lo que significa temperaturas por debajo de lo normal pero sin un impacto significativo. Sin embargo, enero y febrero marcarán un momento crítico, con la intensificación de una débil La Niña que podría influir en los patrones climáticos globales.
Efectos de La Niña
La Niña tiende a generar efectos diferenciados en la región:
Paraguay: En el Chaco y la región oriental, podría favorecer un comportamiento climático positivo, con lluvias adecuadas.
Argentina: Las latitudes medias enfrentarán sequías debido a la acción seca de La Niña, que afecta principalmente durante los meses de verano.
Otras regiones: En áreas cercanas al río Paraná, los efectos podrían variar entre levemente positivos y negativos.
Sierra destacó que, aunque La Niña influye negativamente en verano, su impacto en invierno y primavera suele ser más benéfico, generando lluvias abundantes.
El especialista presentó diagramas que muestran un enfriamiento generalizado en el Océano Pacífico, acentuado en varias zonas debido a los fuertes vientos polares. Estas condiciones refuerzan el predominio de un «neutral frío», con estimaciones de que la fase de La Niña débil se disipe hacia mediados de 2025, dando paso a un período más estable.
Perspectivas para la región
Sierra cerró el bloque inicial de su exposición, indicando que las condiciones climáticas actuales exigen un monitoreo constante, especialmente en los meses críticos de enero y febrero.
Finalmente dijo que la interacción de estos fenómenos podría impactar tanto en las actividades agropecuarias como en los recursos hídricos de la región en las estimaciones que se maneja.
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