Cuando pensamos en William Shakespeare, lo primero que se nos viene a la mente es la ingente cantidad de obras literarias que escribió el bardo inglés nacido en Stratford-upon-Avon hasta el mismo día de su muerte acaecida en 1616, y pensamos también en los más variados y diferentes géneros que abordó a lo largo de su vida repartidos entre comedias, tragedias, dramas, sonetos y otros poemas, tales como The Rape of Lucrece (“La violación de Lucrecia”), Venus and Adonis (“Venus y Adonis”) y The Lovers´s Complaint (“El lamento del amante”).
Verdaderamente toda una proeza literaria para un hombre que, además de poeta y dramaturgo, fue actor y empresario, y desempeñó otras muchas actividades adicionales con el fin de ganar dinero y convertirse en un hombre bastante acomodado y exitoso económicamente.
Y todo eso en un relativo corto espacio de tiempo, puesto que el escritor inglés murió a la edad de 52 años de unas fiebres. Y si quisiéramos agregar más honor a la figura del escritor isabelino inglés, podríamos añadir que este contribuyó prodigiosa y magistralmente a la lengua inglesa acuñando vocablos y expresiones que han quedado incrustados hasta el día de hoy en el inglés moderno.
La prodigiosa producción literaria de Shakespeare
Repasemos, en primer lugar, sus tragedias, esas obras que pretenden probar fehacientemente que las desgracias humanas son el resultado de los errores de los seres humanos.
En todas ellas la desgracia es inevitable, y ocurre con la muerte certera de sus protagonistas, algunas veces debido a un amor exacerbado, otras como resultado de los celos, y en ocasiones, por la ambición política o la locura.
¿Pero cuántas escribió el dulce cisne de Avon como llamó el dramaturgo Ben Jonson (1572-1637) a Shakespeare?
Que se sepa unas once tragedias: Tito Andrónico (1594), Romeo y Julieta (1591-1595), Julio César (1599), Hamlet (1601), Troilo y Crésida (1602), Otelo (1603-1604), El rey Lear (1605-1606), Macbeth (1606), Antonio y Cleopatra (1606), Coriolano (1608) y Timón de Atenas (1608).
Las comedias del Bardo: Obras con final feliz
En cuanto a las comedias que se sitúan en las antípodas de las tragedias, por su final feliz, cómico, jocoso y desopilante frente a las desgracias inevitables de aquellas, Shakespeare escribió unas once aproximadamente (sin incluir los denominados romances tardíos o comedias tardías): La comedia de los enredos (1591), Trabajos de amor perdidos, (1592), El sueño de una noche de verano (1595-1596), El mercader de Venecia (1596-1597), Mucho ruido y pocas nueces (1598), Como gustéis (1599-1600), Las alegres comadres de Windsor (1601), Noche de reyes (1601), Bien está todo lo que bien acaba) (1602-1603), Medida por medida (1604), y La fierecilla domada (fecha desconocida).
Los dramas que versan sobre la historia de Inglaterra especialmente alcanzan unas cuantas, entre las que destacan Eduardo III (compuesta entre 1590 y 1594), Enrique VI (compuesta hacia 1594), Ricardo III (1594), Ricardo II (1595), Enrique IV (primera y segunda parte: 1596 y 1597), Enrique V (compuesta hacia 1597-1599), El rey Juan (compuesta hacia 1597) y Enrique VIII (1613), entre otras.
Los sonetos de Shakespeare: Misterio y estructura poética
Y si hablamos de sus sonetos, William Shakespeare compuso 154 sonetos en el denominado soneto isabelino o soneto inglés.
El soneto isabelino, creado por Henry Howard, conde de Surrey, se diferencia del soneto petrarquista porque se estructura en tres serventesios (o cuartetos) en pentámetros yámbicos y un pareado o dístico final con una estructura ABAB CDCD EFEF GG.
El soneto petrarquista, en cambio, se compone de dos cuartetos o serventesios y de dos tercetos.
Los sonetos, que no están exentos de misterio, se dedicaron a un misterio “joven bello” (1 al 126) y a una “dama oscura” (127 al 152). No obstante, en ocasiones se hace mención de un tercer personaje: un “poeta rival” al que se ha asociado o bien con Christopher Marlowe o bien con Richard Barnfield.
La gran controversia: Stratfordianos vs. Antistratfordianos
La temprana edad de Shakespeare y otras razones han suscitado que muchos autores hayan cuestionado que este escribiera todo lo que se le atribuye.
Aunque están, por supuesto, quienes defienden a ultranza o a capa y espada que el Shakespeare actor fue el autor de todo lo que se le viene atribuyéndole desde hace siglos. A este respecto existen dos grupos de críticos denominados “stratfordianos” y “antistratfordianos”.
Los primeros (suelen ser el grupo dominante) consideran que William Shakespeare fue el verdadero autor de toda la producción literaria que se le atribuye (comedias, tragedias, dramas, sonetos y otros poemas).
En el rincón opuesto del ring se encuentran los “antistratfordianos”, que son quienes sostienen que Shakespeare no escribió las obras que se le atribuyen, sino otro candidato que utilizó a William Shakespeare, un actor nacido en Stratford-upon-Avon en 1564, como tapadera.
Los “stratfordianos” alegan que existen suficientes documentos históricos que prueban que entre 1590 y 1620 un tal William Shakespeare publicó varias obras teatrales y poemas, y que la compañía teatral Lord Chamberlain´s Men tenía un actor de ese nombre en nómina.
Los “stratfordianos” constatan, además, la existencia de una persona llamada William Shakespeare (1564-1616) que nació y murió en Stratdord-upon-Avon, así como documentos en los que aparece la firma de Shakespeare, como, por ejemplo, en su testamento.
No hay que olvidar tampoco que entre los argumentos que esgrimen los “stratfordianos” están que en la edición del Primer Folio de 1623 hay referencias al “Cisne de Avon”, y que sus contemporáneos le hicieron un monumento en la Iglesia de la Santísima Trinidad de Stratford-upon-Avon.
Para los “antistratfordianos” Shakespeare fue un “hombre de paja” que ocultaría al verdadero autor de las obras atribuidas a este, quizá por su pertenencia a la aristocracia o nobleza inglesa.
Estos últimos esgrimen que existen lagunas en los documentos históricos en torno a William Shakespeare y hacen énfasis, en especial, en el nulo o escaso nivel cultural de William Shakespeare.
En la actualidad se conservan seis firmas de Shakespeare que, según los “antistratfordianos”, prueban que William Shakespeare era analfabeto, y aunque se cree que este último podría haber estudiado en su más temprana edad en un Grammar School de su localidad un poco de latín y un poco de griego, como sostendrían más adelante algunos de sus contemporáneos, no hay pruebas documentales sólida acerca de ello.
Además, Shakespeare no fue a la universidad y no viajó. ¿Cómo un hombre de tan precaria formación intelectual y que murió con 52 años pudo haber escrito todo lo que se le atribuye? Esto se preguntan estos mismos “antistratfordianos”.
Los que sustentan la tesis contraria afirman que Shakespeare leyó mucho, estuvo en un ambiente cultural muy fecundo en esa época dominado por grandes autores isabelinos y jacobinos, y utilizó diversas fuentes históricas, especialmente para sus dramas, como la de Raphael Holinshed, entre otras.
Aun así, ¿cómo pudo Shakespeare el actor haber adquirido una cultura tan vasta que le permitió escribir todo lo que se le atribuye cuando ni si quiera sus contemporáneos, aquellos que fueron a la universidad, alcanzaron las cotas de grandeza que alcanzó aquel?
Pensemos, por ejemplo, en los 154 sonetos que escribió Shakespeare supuestamente. Estos poseen una complejidad extraordinaria al construirse sobre la base de tres cuarteos o serventesios en pentámetros yámbicos y un dístico o pareado final.
Los pentámetros yámbicos contienen yambos, pies o moras (como la métrica grecolatina) formados por una sílaba acentuada y otra sin acentuar en versos de diez sílabas con una configuración métrica ABAB CDCD EFEF GG. En términos visuales se podría representar de esta manera:
x= sílaba átona
/= sílaba tónica
x | / | x | / | x | / | x | / | x | / |
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Ejemplo:
If I could write the beauty of your eyes
x | / | x | / | x | / | X | / | X | / |
If | I | could | write | the | beau- | ty | of | your | eyes |
Verso número cinco correspondiente al soneto 17
De nuevo, ¿podría un hombre de tan escasa formación cultural haber escrito 154 sonetos con tal grado complejidad? ¿Y cómo un hombre como Shakespeare que, según dicen también apenas sabía leer y escribir, pudo aportar tanto a la lengua inglesa?
Palabras y expresiones como “todo lo que reluce no es oro” (All that glitters is not gold), “romper el hielo” (break the ice), “el hábito hace al monje” (clothes make the man), “juego limpio” (fair play), “me suena a chino” (it´s Greek to me= Lit. “Me suena a griego”), “a lo hecho, pecho” (what´s done is done), etc., fueron acuñadas supuestamente por el “Cisne de Avon”.
Teorías alternativas: ¿Quién pudo haber escrito sus obras?
Toda una incógnita. Los defensores de la tesis antistratfordiana proponen varios candidatos como posibles autores de las obras atribuidas a Shakespeare, entre ellos Francis Bacon (1561-1626) o Christopher Marlowe (1564-1593), Edward de Vere (1550-1604), décimo séptimo conde de Oxford y William Stanley, sexto conde de Derby.
Sin embargo, los más populares han sido Edward de Vere, uno de los más notables mecenas de la época isabelina que hablaba unos ocho o nueve idiomas y habría viajado mucho, y William Stanley.
De hecho, el maestro de escuela inglés John Thomas Looney (1870-1944) propuso en 1920 que Edward de Vere fue el verdadero autor de las obras de Shakespeare. Su teoría es conocida como la “teoría oxfordiana”.
Famosos que dudaron de la autoría de Shakespeare
Asimismo, entre los que dudaron en su momento (o negaron) acerca de la autoría de Shakespeare están el excelso poeta norteamericano Walt Whitman, el escritor norteamericano Mark Twain, los actores ingleses Charles Chaplin, Derek Jacobi, Mark Rylance y Sir John Gielgud, el director de cine norteamericano Orson Welles, el actor norteamericano John Carradine, el médico y psicoanalista austriaco Sigmund Freud y los escritores británicos Bernard Mordaunt Ward y Percy Allen.
Estos últimos defendieron que el verdadero autor de las obras de William Shakespeare fue Edward de Vere.
El filósofo de la Ilustración Voltaire, aunque no cuestionó la autoría de Shakespeare, sí se manifestó en contra de Shakespeare en 1768 afirmando que Hamlet era una obra “bárbara y vulgar” (…) “fruto de la inspiración de un salvaje borracho”.
Otros “antistratfordianos” llegaron a decir que las obras de Shakespeare podrían haber sido escritas por otro hombre del mismo nombre, o incluso que detrás de William Shakespeare podría encontrarse un grupo de escritores de la nobleza inglesa aunados por su pertenencia a una misteriosa sociedad secreta.
Sea como fuere, la opinión más generalizada es que Shakespeare sí fue el autor de todas las obras que se le atribuyen. El tiempo, amigos míos, lo dirá.
Escribe: José Antonio Alonso Navarro – Doctor en Filología Inglesa por la Universidad de La Coruña (España) – Crítico literario de La Tribuna