El 7 de junio de 1976, el embajador del Uruguay ante el gobierno del Paraguay, Carlos Abdala, sufrió un mortal atentado en pleno centro de Asunción. El asesino fue el croata nacionalista Jozo Damjanovic, quien realmente quería matar al embajador de Yugoslavia, de visita en el país, Mancilo Vucekovicz, durante una ceremonia protocolar en el Panteón Nacional de los Héroes.
El embajador Abdala, al salir en esos momentos del Ministerio de Hacienda (a metros del Panteón), fue víctima de una confusión, pues tenía un parecido físico con el diplomático yugoslavo. Damjanovic escuchó que la gente le decía “embajador”, entonces lo siguió, y le disparó en la nuca.
Los organizadores del atentado fueron: Miro Baresic, quien llegó a Paraguay por invitación militares de influencia, Ante Pavelic y Jozo Damjanovic. Todos llegaron a Asunción en marzo de 1976.
El atentado conmocionó a la prensa internacional. La policía, por expreso pedido del presidente Alfredo Stroessner, empezó su cacería sobre todos los croatas residentes en Asunción y distritos cercanos. Sin embargo, Baresic nunca fue imputado. Damjanovic, quien pudo ser beneficiado a través de Baresic, prefirió cumplir su condena ante el terrible error que había cometido. Luego de pasar varios años en la cárcel, recuperó su libertad y volvió a Croacia en 1992. Baresic y Damjanovic son considerados héroes nacionales en su país.
En la década de 1960, Paraguay fue refugio de cientos de criminales internacionales que eran protegidos por su lucha o su discurso anticomunista. Además, muchos de ellos redituaron beneficios económicos a militares u hombres de confianza del régimen stronista.
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