Expertos paraguayos analizan la situación económica actual de nuestro país, para explicar el modelo que tiene el Paraguay y lo que la Argentina podría replicar en su economía. Las aparentes ventajas se contrarrestan con un 70% de informalidad laboral y precariedad salarial de la mayoría de la población de ambos países.
El presidente de Paraguay, Santiago Peña, había explicado recientemente que «Milei intenta replicar el modelo económico de Paraguay». Esta afirmación generó un interés creciente sobre las similitudes entre ambas economías.
Para comprender más sobre este modelo, señala el diario argentina Página 12, consultó a dos economistas paraguayos destacados: Fernando Masi, director e investigador de CADEP (Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya) y a Luis Rojas, investigador del Centro de Estudios Heñói y miembro fundador de SEPPY (Sociedad de Economía Política de Paraguay).
Masi destacó la interacción entre la presión tributaria y la informalidad laboral en Paraguay, desafiando la noción convencional de una relación lineal entre ambos factores. También analizó cómo la falta de correlación directa entre impuestos y formalización del empleo puede enraizar la situación económica en una complejidad que requiere un análisis más matizado.
Presión tributaria
A partir de los comentarios del economista, se evidencia que la menor presión tributaria en Paraguay, que ronda el 10 por ciento (con una alícuota del IVA del 10%), no logra generar una mayor formalidad en la economía, contradiciendo las expectativas de la corriente libertaria en Argentina.
Sobre inversión extranjera, Masi identificó varios obstáculos que enfrenta Paraguay para atraer inversiones significativas al país. Si bien resaltó la existencia de incentivos fiscales y otras medidas para fomentar la inversión extranjera, enfatizó la necesidad urgente de mejorar la infraestructura y la seguridad jurídica para atraer inversiones sostenibles y a largo plazo.
Pese a los esfuerzos realizados, la inversión extranjera directa apenas fluctúa entre el 1 por ciento y el 1,7 por ciento del PBI, lo que constituye un valor bajo. Sostiene además, que la apertura de zonas libres de impuestos como una estrategia para continuar atrayendo inversiones, lo que sugiere que, desde esa perspectiva, parece que nada es suficiente.
Mientras tanto, Rojas destaca que la corrupción y la impunidad son endémicas en Paraguay, especialmente en el sistema judicial, donde el poder político y económico ejercen una influencia desproporcionada. Resalta la estrecha relación entre ambos poderes, lo que dificulta la separación y perpetúa un círculo vicioso de poder. Estos factores representan importantes obstáculos para el desarrollo económico y social del país.
Distribución equitativa de la riqueza
Explican la complejidad de la economía paraguaya en términos de desigualdad social y desarrollo humano. Masi sostiene cómo la economía “exitosa” del país no necesariamente se traduce en una distribución equitativa de la riqueza ni en un aumento significativo del bienestar social para todos los ciudadanos. Resalta las deficiencias sanitarias, que quedan expuestas cuando los paraguayos utilizan los sistemas sanitarios de Argentina o Brasil, evidenciando la necesidad de mejorar los servicios básicos para toda la población.
Por su parte, Rojas examina el modelo económico paraguayo, caracterizado por un fuerte enfoque en el agronegocio y la exportación, así como una dependencia significativa del Estado en sectores como la obra pública y el transporte. Para Rojas, esta dependencia genera una burguesía empresarial que está estrechamente ligada al Estado, lo que dificulta la implementación de políticas que promuevan una competencia más equitativa en el mercado y una distribución más justa de la riqueza.
Sobre la relación con Argentina, Rojas afirma la preocupación por las políticas económicas que apuntan hacia la privatización y la desregulación, y destaca la importancia del comercio fronterizo para ambas naciones. También comenta sobre la influencia del modelo paraguayo en Argentina y las diferencias entre ambos países en términos de desarrollo industrial y estabilidad macroeconómica. Esos aspectos reflejan la complejidad de las relaciones económicas entre Paraguay y Argentina y sugieren la necesidad de una cooperación más estrecha para abordar los desafíos comunes.
Retroceso paraguayo
Un ejemplo claro del retroceso paraguayo es la red ferroviaria, que había sido uno de los países precursores en desarrollarla y que terminó por desmantelarla. Esa situación representa una pérdida significativa en términos de infraestructura y conectividad, lo que limita las oportunidades de desarrollo económico y social en el país.
A esto podemos sumarle el continuo flujo migratorio de paraguayos que no regresan, lo cual deja expuesto en términos concretos las dificultades del país vecino. Este fenómeno refleja las limitaciones y los desafíos que enfrenta Paraguay en términos de crecimiento económico y desarrollo social, y subraya la importancia de implementar políticas efectivas para mejorar las condiciones de vida de su población.
Paraguay cuenta con una presión tributaria bajísima, en línea con las preferencias del oficialismo en Argentina, y registra una inflación baja y un crecimiento económico que beneficia principalmente a los sectores concentrados.
El salario mínimo no alcanza
Sin embargo, esas aparentes ventajas se ven contrarrestadas por la alta tasa de informalidad laboral, que alcanza casi el 70%, y la precariedad salarial que afecta a la mayoría de la población. Es preocupante observar que 3 de cada 4 personas no alcanzan el salario mínimo, que funciona más como un techo que como un piso salarial. Este panorama cuestiona la efectividad de las políticas económicas basadas en la reducción de impuestos y el ajuste feroz.
En Paraguay, también se evidencia claramente que menos impuestos no generan una reducción en la informalidad laboral ni atraen inversiones significativas. La estabilidad económica lograda a través de un Estado reducido y políticas de ajuste severo solo perpetúa la desigualdad y la pobreza. En lugar de promover el bienestar social, estas políticas cristalizan las condiciones sociales precarias y subrayan la necesidad de adoptar enfoques más equilibrados y orientados hacia el desarrollo inclusivo y sostenible.
Argentina ya se encaminaba a un destino similar por las políticas llevadas adelante por los últimos dos gobiernos, pero con la llegada de Milei al poder este proceso comenzó a acelerarse aún más.
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