Como si fuera poco el interés del Palacio de Gobierno por la conformación de la terna para fiscal general del Estado, se suma la incidencia de las internas del Partido Colorado, ya en el inicio del proceso de selección. Sólo esas dos realidades obligan a reflexionar si están dadas las condiciones para asegurar un Ministerio Público que responda a la ciudadanía y sea valiente para ignorar a los caciques partidarios.
Observando la lista de postulantes, y sí recuerdan nuestros primeros editoriales se darán cuenta que lo hemos advertido con anticipación, se confirmará que están en la fila los funcionarios que merodean, cada día, el Palacio de Gobierno. Aunque cada uno de ellos tendrá el derecho a la postulación, será difícil negar que el objetivo del presidente de la República es tener un fiscal general que pueda darle cierta tranquilidad cuando deje el Gobierno en el 2023.
Tampoco se debe obviar que el cartismo, igualmente, juega sus cartas con algunos abogados inscriptos. Incluso están anotados quiénes tienen experiencia en frenar pedidos de extradiciones, como sucedió con el expresidente de la CONMEBOL, Nicolás Leoz, reclamado en su momento por la justicia norteamericana. Sería ingenuo sostener que Cartes no tiene como objetivo tener un delfín que pueda ser condescendiente con su situación observada por los Estados Unidos.
No podemos dejar de mencionar que también hay fiscales con años en el Ministerio Público. Será bueno conocer cuáles serán sus respectivos liderazgos en caso que lleguen a ser designados. Igualmente aparecen profesionales, que la prensa les denomina, independientes, y sí fuera así la pregunta es cómo estarían en la terna, asumiendo que lo definen los políticos.
Ese juego de ambiciones personales y de grupos de poder se están dando a días de internas del Partido Colorado, donde el abdismo y el cartismo se disputan su futuro de cara a las elecciones nacionales y, claro que sí, dónde tiene mucho que ver, para el devenir de los dos sectores, la confirmación del nuevo FGE. Aunque el que tiene la lapicera es Abdo Benítez, quien tiene el mayor margen para inclinar la pugna hacia su propia cancha.
Es mucha carga la responsabilidad, y de coacción, que tiene encima el Consejo de la Magistratura. Hay que ver en qué incide, hasta qué instancia, puede ayudar la tan promocionada sociedad civil, que anda haciendo reuniones buscando garantizar la autonomía e independencia del Ministerio Público. O todo quedará en el mero ruido logrando con eso el espacio en la prensa con la que logran más bien justificar el apoyo financiero que recibe que incidir en las políticas públicas dentro del territorio nacional.
El panorama y la coyuntura que generan las internas coloradas no parecen ser el espacio y tiempo más ideales para que haya equilibrio y cordura para la integración de la terna. Además, ante la probada dinámica del Palacio de Gobierno, que obliga a sus funcionarios de primer anillo a pelear el cargo, es iluso afirmar que el nuevo fiscal general del Estado responderá a la ciudadanía y no a los claques de partidos, a no ser que el Consejo de Magistratura se vista de coraje, la ciudadanía aporte movilización y la prensa haga su control sin entrar en el partido de los abdistas y cartistas. No será fácil sacar un FGE autónomo e independiente entre el ego de Marito, la pugna Abdo/Cartes y una sociedad civil de mera gacetilla
