Después de mucho tiempo nuestro país ha logrado posicionarse positivamente en la binacional. Luego de los lamentables y perjudiciales acuerdos realizados por el gobierno anterior, finalmente hemos logrado reestimar nuestra valía con miras a una verdadera soberanía energética.
Por primera vez en mucho tiempo contamos con este tipo de encrucijada, una positiva. Y es que tras este acuerdo sobre la tarifa, Paraguay tiene garantizados ingresos significativos para los próximos años, y he aquí la encrucijada interesante: en qué usar el dinero. Esta inyección masiva de por lo menos un par de miles de millones de dólares ofrece una oportunidad sin precedentes para impulsar el desarrollo económico y social del país. Sin embargo, la clave radicará en la gestión sabia y estratégica de estos fondos para garantizar un crecimiento sostenible y equitativo, mediante la identificación plena de las principales áreas que requieren inversión.
En primer lugar, Paraguay debería priorizar a sus niños. La inversión en educación es indispensable y sumamente urgente. Infraestructura escolar, capacitación docente y buena alimentación de nuestros niños y jóvenes no puede ser puesto en segundo plano. Mejorar la calidad de la educación y la capacitación profesional es crucial para impulsar la productividad y la innovación.
Lógicamente, en segundo lugar se deberá priorizar a la salud, la cual sufre cuentas pendientes hace muchos años. Urge dotar a todos los hospitales de mayores y mejores equipos.
La seguridad también requiere de manera urgente una mano que permita aumentar el poderío tecnológico de nuestras fuerzas de seguridad, a fin de combatir más rígidamente los delitos que inundan nuestras calles.
Asimismo, la inversión en infraestructura, como carreteras, puertos y telecomunicaciones, fortalecerá la competitividad del país y facilitará el acceso a mercados internacionales. Será importante lograr una diversificación económica, invirtiendo también en sectores clave como la agricultura y la industria. Estos sectores pueden generar empleo, aumentar la producción nacional y reducir la dependencia de la energía hidroeléctrica.
Bregamos por garantizar la transparencia de la gestión de estos fondos que percibirá nuestro país. La rendición de cuentas en la gestión de estos recursos será imprescindible. Implementar mecanismos eficaces de supervisión y control evitará la corrupción y asegurará que los recursos se utilicen en beneficio de toda la población.
Ante este hecho histórico y claramente beneficioso para nuestro país, no se puede desaprovechar la oportunidad. Nos encontramos ante una oportunidad única para Paraguay de transformar su economía y mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos de manera sensible, palpable. El éxito dependerá de la capacidad del país para invertir de manera inteligente y estratégica, priorizando el desarrollo por encima de cualquier otro interés.