El proceso de transición del poder en el Brasil está en marcha. Los equipos de trabajo del presidente electo, Luiz Inácio «Lula» Da Silva, y del presidente actual, Jair Bolsonaro, iniciaron los primeros trabajos para el efecto desde los 48 horas después de las elecciones, ya con un Bolsonaro cambiado, salido de su cueva, más calmado, aunque aún dolido.
«La transición ya empezó», afirmó este jueves 3 de noviembre, el vicepresidente electo, Geraldo Alckmin, a quien Lula encargó la coordinación del proceso de transición con el Gobierno actual. Bolsonaro admitió implícitamente su derrota el pasado martes y aseguró que cumplirá la Constitución. En su presencia, su jefe de Gabinete, Ciro Nogueira, había asegurado que se hará una transición pacífica, aunque los partidarios del derechista aún hacían manifestaciones por las rutas y ciudades rechazando el resultado de las elecciones. Este miércoles 2, Bolsonaro habló a sus partidarios mediante un video, pidiéndoles calma y el cese de hostilidades.
Hoy, jueves, el Palacio de Planalto informó que los equipos de Bolsonaro y de Lula ya están trabajando y que se cumplió la ley federal que establece que, en Brasil, 48 horas después de la definición electoral que designe a un futuro presidente, debe comenzar la transición con la administración de turno.
Geraldo Alckmin está justamente este jueves en Brasilia coordinando los trabajos con el ministro de la Presidencia, Ciro Nogueira, responsable, en el Gobierno, del proceso de transición. Alckmin habló con la prensa en Brasilia y dijo que los trabajos de ahora son de una etapa preliminar y que a partir del próximo lunes se profundizarán los trámites. Agregó que la «transición será instalada con los objetivos de transparencia, planificación y de continuidad a los servicios prestados a la población».
Según la legislación de Brasil, el presidente electo tendrá derecho a formar un equipo de transición, con 50 cargos a disposición, para tener acceso a los datos de la administración pública y preparar las primeras medidas del nuevo Gobierno.
Lula asumirá el 1 de enero, con un país prácticamente dividido en dos, entre izquierda y derecha, con los numerosos estados que estarán controlados por bolsonaristas, incluyendo el Congreso Federal, y con una situación complicada para la economía de la mayor potencia de América Latina.
Lula se suma a la ola de presidentes de izquierda que se extiende en Latinoamérica, como ser Chile, Colombia, Perú, Argentina y Honduras.