Todos los condimentos se encuentran reunidos para que estalle una verdadera catástrofe política en nuestro país, y no sería la primera vez. Acusaciones cruzadas, activa participación e influencia de sectores de la prensa en procesos judiciales, absoluta desconfianza y hartazgo por parte de la ciudadanía, amenazas de juicio político y demás elevan la temperatura del escenario político.

Paraguay se encuentra en un momento crítico, al borde de una nueva crisis política tras la imputación del ex presidente Mario Abdo y cercanos colaboradores de su gobierno. Este acontecimiento desata una intensa disputa entre defensores y detractores, sumiendo al país en una profunda crisis institucional que opaca serios y urgentes temas que deben ser abordados en beneficio del país. Los supuestos chats filtrados entre el abogado del ex presidente Horacio Cartes, denunciante de Abdo, y un fiscal del caso han añadido más leña al fuego.

En medio de este caos político, Paraguay enfrenta una serie de desafíos cruciales que requieren atención inmediata. La renegociación del Anexo C del Tratado de Itaipú, un tema de vital importancia para la economía y la soberanía energética del país, ha quedado en segundo plano. La salud y la educación esperan su turno para lograr la visibilidad que merecen. Encontrar una solución a la penosa situación del IPS se sigue posponiendo, ya que las disputas entre sectores oficialistas y opositores ocupan la totalidad de la agenda política.

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La férrea defensa ejercida por los opositores al gobierno y la prensa afín solo ha exacerbado más la división en la sociedad paraguaya, profundizando la crisis y debilitando aún más las instituciones democráticas. La falta de consenso y la ausencia de una agenda enfocada en un proyecto de crecimiento del Paraguay han dejado al país en un estado de parálisis, lo cual podría traer consecuencias devastadoras para el futuro.

Es momento de priorizar lo importante. Mientras las batallas entre grupos de poder se desatan los días pasan, y cada día perdido en la construcción de un país mejor es un malgasto de oportunidades. El inexorable paso del tiempo juega en contra de los intereses nacionales, y esta situación se mantendrá mientras no logremos sustraernos de las luchas políticas.

Debemos hacer un llamado a la dirigencia política y a la sociedad en general para que logremos enfocar esta crisis con objetividad y permitir que las instituciones hagan su trabajo con independencia y sin presiones externas. Mientras estos procesos se manejen sin influencias de ningún tipo, tendremos tiempo para encarar las problemáticas que realmente importan a los paraguayos, salud, educación, economía.

Es crucial que las autoridades actúen con responsabilidad y prioricen los intereses del país sobre los intereses partidistas o particulares. Se necesita un diálogo constructivo y una búsqueda de soluciones a los problemas reales que sufrimos todos los días, del mismo modo que es necesario abandonar las pasiones y los intereses particulares para superar esta crisis. De lo contrario, el país corre el riesgo de sumergirse aún más en la incertidumbre y el estancamiento político, comprometiendo su estabilidad.