Por Osvaldo Acosta Pérez |
Paraguay es un país relativamente pequeño de 406.752 kilómetros cuadrados, que cuenta con tan solo 7.453.695 habitantes y que limita con dos poderosas economías de la región que son Brasil y Argentina. En el 2022, la mitad de la población tiene más de 27 años.
Hoy la población urbana con 63,3% es mayor a la rural que es del 36,7% y las proyecciones indican que seguirá en aumento, debido a la alta migración campesina, cuyas familias se ven afectadas por la expansión de la agricultura mecanizada en zonas fronterizas y de otras regiones donde existen grandes extensiones de tierras.
La tasa de crecimiento poblacional es de 1,37%, según datos oficiales del año 2021, es decir una tasa de 16,6 nacimientos por cada mil habitantes. El país se encuentra en la posición 105 de la tabla de población, compuesta por 196 países y mantiene una muy baja densidad de población, 18 habitantes por Km2.
Paraguay es la economía número 99 por volumen de Producto Interno Bruto (PIB), que es la riqueza generada por la población en cuanto a ingresos y consumo. Y aquí nos quedamos para señalar que la alicaída economía paraguaya muestra signos nada alentadores al cierre del presente año.
El Fondo Monetario Internacional (FMI), en su informe de perspectivas económicas decidió recortar a 0,2% la estimación de expansión del PIB al cierre de 2022, a partir del 0,3%, estimada anteriormente. Igualmente, corrigió al alza para la tasa de inflación, que de 9,4% pasó a 9,5%, pronóstico que supera al 8,8% manejado por el Banco Central del Paraguay (BCP) al final de este año.
Los técnicos de este organismo internacional señalan, como principal motivo de la merma en la perspectiva económica, a la sequía. Explican igualmente que incidieron en la economía paraguaya las consecuencias nefastas derivadas del traumático post pandemia y el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, este último produjo un impacto negativo en las exportaciones de la carne.
En el Paraguay, la maravillosa macroeconomía nunca se reflejó en el escuálido bolsillo de la gente, porque sigue existiendo abusivos privilegios de una casta social que mira por encima de su hombro a una sociedad bastardeada por injusticias sociales, e impulsadas por un avejentado sistema político.
Esta dicotomía antipática nos aterriza a una triste realidad: somos uno de los países más corruptos de la región, quizás comparado con países de África y solo superado por Venezuela.
Por ello, la economía paraguaya presenta un escenario complejo: es como que el pescador cayera al agua y diera manotazos de ahogado para subir de nuevo al bote.