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viernes, 22 de noviembre de 2024
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El visitante sabe más de lo que se le pueda decir

El error de una parte de la política criolla nacional es presumir que el mundo exterior no sabe lo que pasa en la República del Paraguay. Mas que característica, una facilidad del actual mundo globalizado es que quién busca información, tiene información. A eso debe agregarse que las naciones poderosas son eficaces y fuertes por su buena pesquisa y capacidad de averiguación.


Creer que el Coordinador Global Anticorrupción de los Estados Unidos, Richard Nephew, llega al país sin saber quién es quién, es infantil. Él viene con carpeta en mano sabiendo detalles y pormenores sobre todos los funcionarios con quienes dialogará durante su estada por el territorio nacional. Dicho de otro modo: Los que tienen una reunión con él, deben saber que ya sabe de ellos.

La agenda de Nephew no fue confeccionada para inflar el ego de Fulano y de Mengano. No, la conversación será por el cargo que ocupan. Por ahí, hasta llega a reconfirmar referencias sobre cada uno de los entrevistados. En esta era de la tecnología y la comunicación poco sirven esas pautadas notas periodísticas para decir «que no me temblará la mano para investigar …», buscando puntos para la Fiscalía General del Estado. Los que leen, saben que esa frase fue acuñada en oscuras dictaduras, justamente para congraciarse con el dictador.

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Es ingenuo pensar que se podrá engañar a un país cuya cualidad es la capacidad para recabar información, seleccionarla, y usarla en el momento que precisa, como son los Estados Unidos. Esta potencia mundial no va a depender de la versión subjetiva o interesada de un funcionario X. El visitante, por sus años de capacitación es un ducho, por lo que no le engañará informes de la Contraloría, editoriales de prensa ni titulares que salen de grupos de prensa que están en campaña política.


Guste o no, el enviado de Biden es un funcionario que responde a una política de Estado. Llega con la definición que ubica a la corrupción como cobijo de traficantes, criminales y terroristas. Las autoridades paraguayas deben asumir que la corrupción tiene una base importante en la ausencia de exámenes rigurosos y severos sobre la gestión del poder público. Paraguay debe aprender que el funcionario debe rendir cuentas, y el primero que está obligado es el Presidente de la República.