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viernes, 22 de noviembre de 2024
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Este es el origen de los “Carlos”, el nombre clave más importante para la democracia paraguaya

El origen del código “Carlos”, con el cual fue conducido el golpe militar del 2 y 3 de febrero de 1989, no fue algo fortuito para Raúl Duarte (63), sargento primero de Caballería en esos tiempos, quien en esos días prestaba servicio en el Regimiento de Caballería número 3, Vicente Mongelos (RC3). Duarte tenía 28 años en 1989 y no se imaginaba que tenía una misión importante, tal vez la más grande en su carrera militar que estaba por cumplirla.

El fin de unas merecidas vacaciones

En el inicio del caluroso verano de 1989, Duarte acababa de salir a sus merecidas vacaciones, cuando es solicitada su presencia ante el entonces coronel Lino César Oviedo Silva (+), quien le encomendó una delicada tarea, que terminó siendo de mucha utilidad para el derrocamiento del general Alfredo Stroessner, en la recordada Noche de la Candelaria.

Según nos cuenta el militar, este se encontraba al momento de la orden de Oviedo, en Ciudad Presidente Stroessner (hoy Ciudad del Este), la necesidad de Oviedo y con la premura con la cual pidió su presencia, no fue precisamente para que este le diga que se encontraba gozando de sus vacaciones, más bien fue su voz la que hizo cruzar medio país a Duarte para llegar a la unidad donde Oviedo era el comandante.

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Ya en su unidad, luego de uniformarse como es debido, Duarte llegó detrás del escritorio del Coronel Oviedo y posterior del encuadre de rigor, se presenta dando el parte, que ya se encuentra a su entera disposición. Oviedo rápidamente responde, “sargento primero Duarte, no soy de los comandantes que molesta así nomas al personal en su momento libre, pero esta situación “che ra’y” (hijo mío), me obliga a pedirle que participe con nosotros y continúe participando de las instrucciones, ya que desde que entró de vacaciones, “ñande radio o fracasapa koape” (nuestras radios aquí están descompuestas), le dijo Oviedo al momento de su primer encuentro con Duarte.

Para poder imaginar mejor sus labores, el sargento primero Duarte, en 1989 se dedicaba a la parte técnica, especificamente al mantenimiento general de los equipos militares de instrucción, todos ellos de marca Racall, con aparatos tipo walkie de alcance reducido y que él mismo, se encargaba personalmente de sus correspondientes reparaciones en la Caballería. El pedido de Oviedo fue simple al principio, el comandante quería que las baterías de las radios funciones al menos ocho horas diarias.

Cuenta Duarte que su primera semana, sólo se dedicaba a poner en condiciones los equipos para las instrucciones, luego todos los días volvía a su casa, para al día siguiente, volver a realizar la misma rutina con los equipos destinado a la instrucción militar.

Los equipos de comunicación del Golpe

Oviedo le había solicitado que cumpla sus actividades normales en el recinto militar y que una vez finalizada las tareas encomendadas, le estaría dando unas nuevas y merecidas vacaciones en su momento. Lo que posteriormente rememora el entonces subordinado, es la adquisición de al menos seis equipos de comunicación UHF de la marca Motorola, nuevos en caja. Es ahí que nuevamente Oviedo lo vuelve a convocar, para entregarle una nueva misión, que en ese momento, Duarte no se imaginaría de la importancia que tendría su ejecución y que finalmente resultó fundamental para la gesta del 2 y 3 de febrero.

“Duarte, le voy a pasar en papeles, luego quiero que instale estas radios en los móviles”, ordenó Oviedo, entregándole un documento con los nombres de los encargados y vehículos Jeep, donde debían instalarse cada equipo. ¡A su orden mi comandante!, respondió Duarte antes que Oviedo pronuncie su última frase, a lo que vuelve el coronel y le pregunta si se encuentra capacitado para realizar la tarea, el subordinado responde que se encuentra más que preparado.

A continuación, le pidió permiso para ir al taller del Centro de Comunicaciones de la Primera División de Caballería a fin de buscar herramientas con la que no contaba en ese momento para comenzar a realizar la orden dada minutos antes. “¡Nderejapo kuaai pio sargento la nde rempiapó, upearä eikota e molestá otra gente!” (Acaso no sabe cumplir con su trabajo sargento y por eso tiene que ir a molestar a otros), respondió Oviedo en un tono de voz más alto.

«Resulta ser que yo servía en el RC3 como jefe del servicio de transmisiones, una unidad de élite totalmente diferente y debía ir a la Sección de Servicios de Transmisiones de la Primera División de Caballería en el mismo predio», recueda Raúl Duarte en una pausa de su relato.

Ante la vehemente reacción de Oviedo, Duarte le responde que está “sobradamente en condiciones de realizar la tarea que le encomendó”, pero necesitaba de un taladro eléctrico con sacabocado, una herramienta para realizar perforaciones en el material metálico de los vehículos y solo quería prestar de ellos eso que le faltaba.

«Resulta ser que yo servía en el RC3 como jefe del servicio de transmisiones, una unidad de élite totalmente diferente y yo quería ir a la Sección de Servicios de Transmisiones de la Primera División de Caballería en el mismo predio.

Oviedo responde: “Pea na ere cheve che ra’y” (Eso es lo que quería me digas mi hijo), expresó el entonces coronel a lo que siguió diciendo que eso quiere saber de forma a que este mismo tenga que ayudarle en sus necesidades. Allí mismo tomó el teléfono y le llamó a un técnico externo de apellido Aguilar, a quien le emplazó con 30 minutos de tiempo para que le traiga la herramienta que le faltaba a Duarte y en menos de ese tiempo ya llegó el técnico Aguilar con su caja de herramientas completa con todos los elementos que me faltaba e incluso más, cuenta el entonces uniformado de rango menor.

Una sola radio llegamos a instalar con Aguilar en un día y allí entendió que debía dejarme sus herramientas para que yo continúe solo el trabajo. Eran radios nuevas, nunca antes usadas y que eran de primera línea en ese año. El trabajo terminé en tres días aproximadamente, recuenta el encargado de las instalaciones y al final, nos reunimos para entregar el trabajo y darle finalmente el nombre de la red de radio.

El origen de “Carlos”

En aquel tiempo existía una red interna de comunicaciones del Primer Cuerpo de Ejército y Primera División de Caballería. La red del Ejercito se llamaba “Victor”, pero eran redes de uso administrativo y no de combate. Esta parte quiero aclarar, dijo Duarte en una pausa, que esa red ya existía desde antes del Golpe.

Luego, se tenía la red interna, de los comandantes de la Primera División de Caballería y sus respectivos códigos de radios se basaban en nombre de animales: Puma, León, Tigre, Lobo y otros nombres claves.

La nueva red que se creo y me encontraba en tareas de instalación, había sido era con miras al Golpe del 2 y 3 de febrero y ahí nació el nombre de “Carlos”, pero sería nada más que la traducción del alfabeto fonético de la ICAO, donde a cada letra se le da un nombre, A Alfa, B de Bravo, C de Charlie y fue esta la que se eligió porque la Caballería, su inicial es “C” y como originalmente ese alfabeto fonético esta en inglés Charlie, le tradujimos al español con el nombre de Carlos.

Ese día yo participé de esa reunión, y quisimos que no llame la atención de nadie que pueda oir las comunicaciones, entonces optamos por llamarle Carlos y lo cuento porque muchas conjeturas se armaron luego por ese indicativo de llamada, historias que no tenían nada que ver con la idea principal, cuenta Duarte.

Ya con el nombre generalizado, se procedió a la nominación de cada equipo de radio, que recordemos eran equipos Motorola nunca usados y que se trató de que sean nuevos porque así no tendrían problemas a la hora de actuar.

Entonces la base fue “Carlos” a secas para la base, luego el RC1 Coronel Valois Rivarola era “Carlos 1”, Regimiento de Caballería Blindado Coronel Felipe Toledo RC2, “Carlos 3” al RC3 Vicente Mongelos, “Carlos 4” al RC4 Aka Karajá, “Carlos 5” el Gran Cuartel General de la Primera División de Caballería, que recayó sobre el coronel Regis Romero, “Carlos 6” le tocó a la Artillería de Viñas Cue, “Carlos 7” se le preparó al antiguo RI14 porque en ese tiempo formaba parte del Primer Cuerpo de Ejército. “Carlos 8” se preparó para la Marina, dotandole de un móvil para estar en frecuencia y “Carlos 9” se preparó para la Aviación para tener controlado, todos instalados en Jeep de combate.

En un vehículo tipo Jeep como el de la imagen, Duarte debía instalar equipos por cada uno de los «Carlos» y no se usaban bases, solo las radios de los jeeps.

Carlos, siempre se colocó en un punto estratégico para tener alcance con los demás móviles que necesitaban estar operativos.

Vacaciones para el olvido

La historia que nos comentó el actual, Suboficial Raúl Duarte, es una de las que menos se conoce de la previa y noche de la Candelaria.

En cuanto a las merecidas vacaciones que debía tener el sargento primero Raúl Duarte, nunca las tomó, ya que el golpe produjo muchas situaciones posteriores de desconfianza para quienes participaron de esa noche y madrugada, que nunca pudo completar los días que le faltaban. Así y todo, su contribución en el área de la comunicación hasta hoy fue meritoria para la democracia.

De hecho, la función que tuvo dentro del esquema sigiloso del golpe tiene más hilos fantásticos que en la isguiente edición vamos a ir destacando otros puntos de vista.