La amenaza del presidente brasileño Ignacio “Lula” da Silva ha sido publicada por un medio brasileño. La cancillería no ha recibido información oficial al respecto. Aún así, la intención del presidente del vecino país de disolver el pacto de adquisición de energía excedente al Paraguay dentro del Tratado de Itaipú es un gesto preocupante, el cual podría tener repercusiones significativas incluso en la región. Brasil y Paraguay han mantenido una relación energética, aunque desigual, estable basada en este tratado durante décadas, lo que ha sido relevante para el desarrollo económico y social de ambos países.

El gesto del presidente del Brasil supone acaso un acto de impotencia, ya que en la pasada reunión de presidentes no ha tenido el respaldo técnico suficiente como para rebatir la postura paraguaya. La posibilidad de que Brasil revoque este acuerdo pone en riesgo las relaciones diplomáticas, así como la posibilidad de que el Paraguay planifique su desarrollo a largo plazo. Claramente, esto podría desencadenar tensiones diplomáticas y económicas entre los dos países, afectando negativamente la confianza y la cooperación regional. En verdad, sorprende la publicación, ya que es de suponer que el presidente debe tener asesoramiento no solo técnico, sino también diplomático.

Tal vez “Lula” se siente acorralado, entre la espada y la pared. Y es que nuestro anterior gobierno ha entregado en bandeja de plata la energía que corresponde a nuestro país, y lo ha vendido a un precio irrisorio al Brasil. Como consecuencia de esto, el gobierno brasilero ha tenido oportunidad de disminuir considerablemente el precio de la energía a sus ciudadanos. Aceptar el trato propuesto por Paraguay representaría una derrota para el Brasil, no solo en la contienda diplomática con nuestro país, sino principalmente una derrota política, ya que quedaría muy mal con la población brasilera que deba sufrir el incremento del costo de la energía.

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Es crucial que nuestros representantes mantengan su postura, la cual es justa. Ambas naciones deberán buscar soluciones dialogadas y equitativas, y evitar este tipo de exabruptos para abordar cualquier preocupación o discrepancia en relación con el tratado. La disolución unilateral del pacto sería un precedente peligroso que podría afectar la credibilidad de los acuerdos internacionales y mancharía sine die la imagen política internacional del Brasil.

Además, esta amenaza constituye una oportunidad inigualable para darnos cuenta de la importancia de diversificar las opciones de comercio de energía y fortalecer la autonomía energética de Paraguay. Es fundamental que nuestro país empiece a explorar opciones alternativas y promueva la inversión en energías renovables para reducir su dependencia de acuerdos bilaterales que puedan ser vulnerables a cambios políticos y económicos.

La comunidad internacional también debe estar atenta a esta situación y trabajar para mediar y facilitar un diálogo constructivo entre Brasil y Paraguay. Es fundamental proteger la estabilidad y la cooperación regional, así como garantizar que los intereses de ambas naciones y de la población no se vean comprometidos por disputas políticas o económicas.

Toda crisis debe ser vista también como una oportunidad, y en este caso, esta subraya la necesidad de un enfoque diplomático y cooperativo para resolver conflictos y proteger los intereses comunes en la región, además de ir pensando en otros destinos comerciales para nuestra valiosa energía.