La renuncia del presidente del Partido Encuentro Nacional (PEN) en medio de la grave situación acaecida en la Contraloría representa no más un parche en un contexto de profunda complejidad. Este episodio revela una grave falta de ética y conflictos de interés dentro de las instituciones públicas. La dimisión del presidente del partido puede ser interpretada como un intento de contener el daño político, pero queda lejos de abordar la raíz del problema.

El hecho de que el ahora ex presidente del partido fuera simultáneamente funcionario de la Contraloría plantea interrogantes sobre los controles internos y la transparencia en el ejercicio del poder y el control existente en la institución. Es inaceptable que un individuo ocupe dos roles incompatibles, lo que sugiere una falta de regulación y supervisión adecuadas.

Sin embargo, la dimisión del presidente del partido no es suficiente para remediar el daño. La permanencia del ahora ex presidente en su cargo dentro de la Contraloría sigue siendo un agravio a la integridad institucional. Es imperativo que se tomen medidas más enérgicas para restaurar la confianza pública en el sistema. A tal efecto, el sumario administrativo deberá ser estricto y diligente.

Resulta especialmente preocupante, al tiempo de llamativa la falta de medidas respecto al Subcontralor, Augusto Paiva, quien avaló y suscribió el traslado del ahora ex presidente del partido Encuentro Nacional al Senado. Su connivencia en este asunto no puede ser pasada por alto y demanda una investigación exhaustiva, así como consecuencias proporcionales a la falta de legitimidad de los actos que protagonizó.

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La ciudadanía merece respuestas claras y acciones concretas por parte de las autoridades responsables. La impunidad y la falta de rendición de cuentas solo socavan la democracia y erosionan la confianza en las instituciones. Parece más urgente que nunca se haga efectiva la eterna promesa de implementar reformas estructurales que garanticen la separación de poderes y la imparcialidad en el ejercicio del servicio público.

La renuncia del presidente del partido Encuentro Nacional resulta insuficiente y se queda corta frente a la magnitud del problema, máxime cuando el otro protagonista de este drama, el Subcontralor ni siquiera ha realizado manifestación alguna al respecto, ni la institución ha anunciado ninguna medida investigativa.

Se requiere una respuesta más contundente que aborde las deficiencias sistémicas y asegure que los responsables rindan cuentas por sus acciones. La sociedad no puede permitirse seguir siendo testigo de escándalos que minan la integridad y la legitimidad de nuestras instituciones.