La fría jornada electoral de los republicanos en el estado de Iowa refleja una abrumadora preferencia hacia el ex Presidente Donald Trump y confirma que los procesos jurídicos en su contra han sido un búmeran. El gobierno demócrata ha intervenido sistemáticamente en el actual proceso electoral, según mi opinión.
Esta situación, aunque muy diferente a lo acontecido en nuestro país, evidencia que los estrategas del partido demócrata están comprometiendo la credibilidad de la democracia. Están ciegos y lo ocurrido en Paraguay el 30 de abril pasado evidentemente no les sirvió de lección.
Una estrategia victoriosa jamás podría basarse en el capricho de quien detenta el poder de turno. En la Edad Media, ¡sí! En el Siglo pasado, también. Pero hoy en día, con la velocidad de las redes sociales, las verdades ya casi no tienen filtros. No me explico cómo repiten un error tan básico. Intuyo que el entorno del Presidente Joe Biden no tiene la experiencia para administrar los complejos tiempos de la realpolitik de acuerdo a la sabia conceptualización del maestro de la política moderna, Henry Kissinger.
Trataré de establecer algunos de los ítems de mi percepción. A la actual vicepresidenta Kamala Harris la borraron. Para muchos electores, ella debía ser la candidata del partido demócrata para las elecciones de este año. Pero la fueron excluyendo de los debates más importantes, lo que fue diluyendo su protagonismo.
A mi criterio, el inicio del fin. El Presidente Biden no representa una esperanza a sus 81 años. Kamala, en cambio, era una esperanza electoral que trascendía más allá del partido demócrata. Su condición de mujer, su naturaleza étnica y su brillante carrera política son elementos clave para una sociedad con sed de revocación constante.
En otros términos, no podría afirmar que la campaña de Trump es y seguirá siendo brillante. Simplemente, los demócratas le han permitido posicionarse. Hay mucho por delante y también pueden haber más obstáculos jurídicos para Trump, lo cual probablemente sea el hilo conductor de la campaña; alejándonos de una confrontación de ideas.
Lejos quedaron los debates profundos sobre cómo superar el déficit fiscal, mejorar el gasto público, implementar programas nuevos para la industria frenada por la alta competencia mundial y otros temas tan importantes.
Esta situación nos indica que el deterioro de la clase política es a nivel mundial, salvo honradas excepciones que van surgiendo como consecuencia del hartazgo social.
Los presidentes Bukele y Milei representan esta nueva perspectiva, lo que refleja un acierto y el poder de los electores reafirmando el principio democrático. Y quienes lo entiendan, tendrán más aciertos que errores. En toda elección democrática, la sociedad será el árbitro.
Y cuando el poder de turno trata de manipularlo, el revés será el resultado. Finalmente, Donald Trump será nuevamente presidente debido a los desaciertos y la soberbia del entorno del Presidente Biden.
Por: Juan Carlos A. Moreno Luces, Sociólogo paraguayo. Para LA TRIBUNA, desde Kentucky, USA.