Una realidad que difícilmente pueda ser soslayada es que el Paraguay ha tenido una recuperación económica favorable y fabulosa tras la oscura tormenta que representó la pandemia del Covid 19 que azotó al mundo entero entre los años 2020 y 2022. Las cifras macroeconómicas nos muestran a un país en franco crecimiento, incluso superando las expectativas proyectadas por organismos internacionales.
Siguiendo esta línea, en un editorial anterior señalábamos la imperiosa necesidad de que esta bonanza no quede solamente para los sectores más privilegiados y que baje hacia los históricamente postergados de la sociedad. Ahora bien: Otra arista históricamente dejada de lado es la que tiene que ver con el sector salud, y peor aún si nos introducimos al campo de la salud mental.
Así como los números de la economía hablan bien por si solos, las estadísticas de cómo se dispararon los casos de patologías como la depresión y la ansiedad también son elocuentes, pero en el sentido contrario: Estamos mal, y lo peor: Nuestras autoridades no toman cartas en el asunto.
El 2023 fue el año en el que lastimosamente los casos de suicidio se multiplicaron y superaron con creces a los del año anterior. En cuanto a casos de feminicidios, la cifra es cuanto menos catastrófica ya que según el observatorio del Centro de Documentación y Estudios, se trató de un año de luctuoso y extremadamente violento.
Según el último reporte policial, la nochebuena de este año no se caracterizó por los clásicos accidentes de tránsito como resultado de la ingesta de bebidas alcohólicas sino por el aumento sostenido por las denuncias de violencia intrafamiliar.
Todos estos datos, deben ser auscultados con la seriedad que ameritan y replantearnos una batería de políticas públicas efectivas para reducir la violencia machista hacia las mujeres y avanzar en un plan integral de salud mental.
El Estado Paraguayo a través del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social tiene que tomar en serio el tema y buscar los mecanismos para garantizar una contención social a ese respecto.
Todavía no estamos dimensionando el gran daño que produjo en nosotros tanto duelo, tanta incertidumbre y tanta pérdida. Así como en estamos levantando cabeza en varias aristas, esto debe ser atendido de manera urgente y necesaria.