La Cámara de Diputados aprobó el miércoles último el proyecto sobre el financiamiento para la ejecución del tren de cercanías que pretende conectar Asunción con Ypacaraí. El documento ya había sido aprobado previamente en la Cámara Alta, por lo tanto el tan anhelado sueño de la mayoría de los paraguayos ahora tiene «vía libre».

El tren ha sido en su momento símbolo del desarrollo y el orgullo de nuestro país. Ciudades enteras se han forjado a la vera de los rieles y queda en lo más profundo de la nostalgia de un pasado lleno de glorias.

Lastimosamente, décadas de desidia, corrupción y la priorización con fines políticos de una auténtica rosca del transporte público erosionaron esas vías y el tren quedó descartado como medio de transporte para los ciudadanos, mientras otros países apostaban en el mismo como polo de desarrollo, Paraguay fue a contramano de la historia y de la región. Ahora estamos a tiempo de cambiar esa dolorosa realidad y dotar a miles de trabajadores del Departamento Central de mejor calidad de vida.

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Tan solo basta observar la movilidad de esa masa que de lunes a viernes desempeña sus labores cotidianas en la capital, para darse cuenta de lo infrahumano que significa perder horas en un sistema que ha leguas ha demostrado ser obsoleto y necesita más que nunca ser renovado.

Con el tren de cercanías, tanto asuncenos como centralinos se verán beneficiados y podrán al fin optar por un sistema de transporte seguro, eficiente, puntual, amigable con el medio ambiente, en fin; con un transporte digno, como corresponde.

Lógicamente, esto traerá también consigo el deseo de mejora del sector de los empresarios de buses, como efecto dominó que produce la competencia y ni hablar de como podría potenciar a las ciudades de Central como puntos turísticos y al mismo tiempo comerciales.

Los eternos agoreros de la derrota y la negatividad cuestionan puntos que ya fueron resueltos como el despeje de la franja de dominio y agitan el fantasma del Metrobús, cuando fueron ellos los que defendieron a capa y espada la paralización total de la obra, que tuvo como consecuencia el resultado desastroso de perder una demanda internacional con el consorcio Mota Engil.

Esta vez, auguramos que la historia será diferente, y el camino del tren de cercanías estará marcado por la eficiencia y los buenos resultados. Quienes de verdad amamos al Paraguay, deseamos lo mejor, sin distinción de banderas políticas e intereses mezquinos que entorpezcan su desarrollo y su senda hacia el progreso y bienestar de sus habitantes.