La primera y crucial reunión entre los presidentes de Paraguay y Brasil para definir la hoja de ruta en el marco de las negociaciones, especialmente la modificación del Anexo C del Tratado de Itaipú, es un momento trascendental que requiere un especial esfuerzo y sabiduría por parte de los representantes paraguayos.

En este encuentro, la habilidad diplomática y la firmeza estratégica serán fundamentales para evitar ser avasallados por la influencia de Brasil, en un intento por restablecer la justicia después de 50 años de la suscripción del tratado. Los representantes de Paraguay enfrentarán el desafío de reponer la equidad en el Tratado de Itaipú, buscando un equilibrio justo en el manejo de la binacional. Deberán negociar con astucia para obtener ventajas reales y equitativas en el aprovechamiento de la represa, considerando los intereses nacionales y asegurando un desarrollo sostenible.

El puntapié inicial debió haberse dado en el mes de octubre; sin embargo, a pedido del presidente “Lula”, la reunión fue postergada hasta ahora. Según se informó, antes de fin de año, ambas partes se reunirían para empezar a delinear lo que será el nuevo formato del famoso “Anexo C”.

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Nuestros representantes deberán estar muy afilados. El éxito de estas conversaciones no solo recae en la destreza técnica, sino también en la capacidad de proteger los intereses soberanos de Paraguay. La mentada soberanía energética es posible, y podemos encontrarnos a pasos de concretarla. Nuestros representantes deberán buscar el acuerdo más beneficioso con miras a un impacto real de los beneficios que genera Itaipú en favor de nuestra gente. Urge impulsar el crecimiento económico y social, garantizando que la gestión de Itaipú contribuya al bienestar de la población y no se convierta en una carga desproporcionada como lo ha sido hasta ahora.

Durante 50 años, Paraguay ha recibido limosnas de la binacional mediante el apoyo a ciertos programas sociales y no mucho más que esto. La hidroeléctrica es una mina de oro, de la cual no podemos seguir siendo meros obreros, sino que debemos aprender a comportarnos como propietarios y dueños igualitarios.

Mucho se ha dicho. Mucho se ha escrito. Las críticas al leonino Anexo han sido enraizadas en el consciente colectivo. Hoy, la historia nos obliga a velar por el futuro de nuestro país mediante el cercano y estrecho control de la labor de nuestros representantes; y a estos, a lograr una victoria mediante la lucha diplomática.