SÁHARA MARROQUÍ (XIV)

IGNACIO MARTINEZ

Existen numerosos tabúes en torno al papel de la mujer en Marruecos. Se ha intentado establecer la idea de que aún se le obliga a vestir con chilabas o takchitas acompañadas de un hiyab o velo que cubre su cabello y parte del pecho. Durante nuestro recorrido de norte a sur gracias al Raid Tanja Lagouira, comprobamos que este estilo de vida anterior se rompió hace tiempo, especialmente con el reinado de Mohamed VI.

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Ya sabíamos, al llegar a este país hace tres años, que se habían superado las tradiciones en las que las mujeres se cubrían el rostro y no mostraban las piernas. Hoy en día, visten de manera occidental, con pantalones y vestidos cortos, y muestran abiertamente sus rostros.

En las últimas dos décadas, la mujer marroquí ha avanzado en sus derechos naturales: puede viajar, trabajar sin la autorización del tutor (ya sea padre o esposo), divorciarse y cuenta con leyes contra el acoso y la violencia. Estas realidades son evidentes y normales, considerando que nos encontramos en una nación musulmana y árabe en África.

Aunque la mujer ha progresado en sus derechos, todavía hay mucho espacio para avanzar, como sucede en la mayoría de los países del mundo. En el ámbito rural, su papel sigue siendo más tradicional, pero mantiene su importancia como figura central de la familia, al igual que en parte del sector urbano, una situación común en muchas sociedades globales.

En las grandes ciudades del ámbito urbano de Marruecos, ya es difícil distinguir a una mujer local de una turista o visitante externa. Aunque por los rasgos naturales, es posible identificarlas. Lo cierto es que están decididas a equipararse en derechos a los hombres.

Las mujeres ocupan altos cargos en la función pública; conozco a dos embajadores marroquíes en Colombia y Panamá, así como a una alta funcionaria en la embajada de Marruecos en Paraguay, por citar ejemplos. La realidad indica que se posicionan en puestos de poder dentro de la administración pública y en el sector privado, ocupan cargos de responsabilidad, incluso dirigiendo recursos humanos.

Incluso me atrevería a decir que hay una leve mayoría de mujeres conduciendo en las grandes ciudades como Marrakech, Rabat, Casablanca y Tánger. Me informan que las alumnas reciben su formación en condiciones de igualdad y libertad con respecto a los alumnos. Cada vez son más las mujeres de Marruecos que trabajan en el cuerpo de Policía.

De hecho, la última carta constitucional establece que hombres y mujeres son titulares del derecho de igualdad en materia de derechos humanos, así como de las libertades de orden civil, político, económico, social, cultural y ambiental.

Las mujeres en Marruecos están ganando terreno. Este avance en derechos se debe a sus agallas, responsabilidad, calidad profesional, eficiencia laboral y habilidad para dirigir instituciones públicas y empresas privadas.