Óscar Martínez Pérez
Corrían los sesenta, The Beatles reventaban los escenarios mundiales. El vinilo no daba respiro a los melómanos de la nueva música que invadía los colegios, las calles, las fiestas, el espacio parecía pequeño para dar cabida a la nueva sensación que había llegado para permanecer hasta siempre entre los habitantes del planeta. El Paraguay no fue la excepción. Los jóvenes vivían para aguardar los nuevos discos que venían por medio de una o dos casas distribuidoras de estos materiales que no permanecían en los escaparates por más de una semana. En ese tiempo nacía una banda de rock llamada «Los Blue Caps», que más de un lector de La Tribuna habrá de recordar.
Los grupos mexicanos como los Tin Tops con Enrique Guzmán, o los argentinos como los Pikcaps o los Gatos Salvajes, solistas como Sandro en sus comienzos con los de Fuego, los uruguayos como los Iracundos eran los modelos más cercanos que acaparaban la atención de una juventud paraguaya habida de nuevas sensaciones musicales. Ese era el clima en el que se gesta una idea: la de un grupo musical de jóvenes que trascienda las fronteras del país y permanezca en el gusto popular por mucho tiempo.
En nuestro país, puede decirse sin temor a equívocos que los BLUE CAPS fueron la vanguardia de la nueva expresión musical juvenil. Generosa voluntad y genuina vocación musical, pero incierto comienzo con entradas y salidas de integrantes. En un principio formaron parte del grupo Emiliano Aiub (segunda guitarra), Oscar Riveros (bajo electrónico) Oscar Martínez Pérez (batería), un magnífico cantante llamado artísticamente Toni Alves, todos bajo la dirección y organización de Aníbal Riveros.
Era la etapa inicial en la que todo parecía cuesta arriba. Se luchaba por hacer conocer el conjunto. Las radioemisoras eran el vehículo imprescindible para poder intentar llegar al público joven. Así primeramente Radio Caritas en un programa vespertino de los sábados que era conducido por Ireneo Román, luego Radio Ñandutí en su fono platea gigante de la calle Antequera y finalmente Radio Paraguay. Desde luego el premio era nada más y nada menos que la presencia de público en el auditorio y el nivel de audiencia en los hogares y las reuniones de amigos.-