Ya son varios los días que se ven acaparados por el tema hidrovía. Paraguay ha sido claro y contundente, las autoridades argentinas desmienten a las nacionales. Claramente no solo se trata de una cuestión de derecho internacional, o de interpretación del texto del Tratado de Asunción, sino que también de falencias comunicativas entre ambas partes.
El día de ayer, la Ministra de Energía de Argentina afirmó que se había logrado “un punto de acuerdo en el derecho de Argentina de cobrar peaje”. Nuestro Canciller por su parte manifestó que “hubo un diálogo ordenado respecto a distintas materias”, y que Paraguay seguirá haciendo uso de las medidas de presión que viene utilizando hace unos días.
En realidad, parecería que el primer escollo con el que se encuentra la solución al conflicto es la comunicación. No es comprensible que ambas partes que han participado de la misma reunión brinden versiones diferentes apenas abandonen la sala. La pregunta es quien mal expresa su punto, o quien los malinterpreta. Para resolver el paradigma debemos recurrir a los hechos.
Por un lado, Paraguay ha tomado medidas. Ha realizado actos que denotan claramente cual es su postura. La comunicación de la decisión de recurrir al Tribunal de Revisión Permanente del Mercosur indica a las claras que desconoce el derecho de Argentina a imponer el cobro de peaje alguno de manera unilateral. Además, echar mano del 100% de la energía que nos corresponde de la Entidad Binacional Yacyreta demuestra que nuestro gobierno está dispuesto incluso a utilizar otros medios de presión para lograr su objetivo. Además, otros países se han sumado a la postura paraguaya y repudian el cobro que realizan los argentinos. Incluso algunos países ya negocian una vía alternativa para evitar los pagos.
Por otro lado, Argentina, si bien participa de las reuniones y realiza manifestaciones públicas a través de sus autoridades, no ejerce ningún acto apto para demostrar su punto. El embajador argentino manifestó que Paraguay “se pasó de la raya” al retirar la energía que le pertenece, sin embargo no ha realizado reclamo formal ante ninguna entidad, ni siquiera ha insinuado la intención de hacerlo. Todo esto constituye un claro indicativo de que más allá de pasarse de la raya, Argentina entiende que Paraguay hace uso de derechos.
Así, parecería que una de las principales fuentes de conflicto respecto a la Hidrovía Paraná-Paraguay es el desacuerdo sobre lo dicho o no dicho en las reuniones que mantienen ambas partes. Tal vez esto podría haberse abordado de manera más efectiva a través del diálogo claro y la negociación transparente entre ambas naciones. Sin embargo, la falta de comunicación y entendimiento efectivos, así como los entredichos y las contradicciones mutuas parecen disiparse al analizar los actos de cada parte. Ante la imposibilidad de conocer exactamente los términos utilizados por representantes de las partes, nos hablan los hechos.
La falta de comunicación efectiva entre las autoridades paraguayas y argentinas ha contribuido significativamente a la escalada de tensiones en torno a la Hidrovía Paraná-Paraguay, y esta según entendemos, es una carga que pesa más a Argentina que a los nuestros, ya que no han sustentado sus dichos con hechos, y bien sabemos que del dicho al hecho, hay un trecho.