En un momento histórico para la nación paraguaya, Santiago Peña asume la presidencia de la República, enfrentando desafíos cruciales que determinarán el rumbo de su administración y el futuro del país.
Dos cuestiones esenciales destacan como las primeras pruebas de fuego para la nueva administración: las binacionales Itaipú y Yacyretá, y la recuperación de la institucionalidad y credibilidad en las entidades clave.
La revisión del Anexo C del Tratado de Itaipú, el acuerdo que rige la operación de la gigantesca hidroeléctrica compartida entre Paraguay y Brasil, emerge como una oportunidad crucial para Peña y su gobierno. Es el momento de reafirmar la soberanía de Paraguay en el uso de su energía, marcando un antes y un después en la relación energética con Brasil y en la explotación justa de los recursos compartidos.
En paralelo, la revisión del Tratado de Yacyretá es igualmente imperativa. La eliminación definitiva de la deuda espuria de esta binacional, así como el pago de las deudas correspondientes a la cesión de energía y territorio inundado, son pasos esenciales para recuperar lo que legítimamente pertenece al país. El gobierno de Abdo Benítez fue absolutamente deficiente en el manejo de ambas binacionales. En el caso de Itaipú se perdieron cinco años sin presentar una estrategia o propuesta de negociación, y en el caso de Yacyretá, mantuvo a Nicanor Duarte Frutos, quien tuvo una gestión absolutamente complaciente con Argentina, además de no haber saneado la institución copada por acomodados y planilleros.
Con una visión renovada en las binacionales, el gobierno de Peña podrá sentar las bases para un avance económico sólido y equitativo. La recuperación de la soberanía energética en ambas binacionales podrá asegurar el futuro de las próximas generaciones de paraguayos, una cuestión ignorada hasta ahora por autoridades pusilánimes, corruptas y antipatriotas.
Recuperación Institucional y Credibilidad
Una administración económica eficiente depende en gran medida de instituciones sólidas y creíbles. El Banco Central y el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) fueron dos instituciones que con el gobierno de Abdo Benítez perdieron toda credibilidad debido a datos maquillados, que pretendían presentar a la administración anterior como exitosa; sin embargo, la imagen pintada no se correspondía con la realidad vivida por la ciudadanía en el día a día. La tarea ahora recae en Peña y su equipo para restaurar la integridad y la confianza en estas instituciones.
Para lograrlo, será esencial llevar a cabo una profunda y exhaustiva auditoría de las entidades binacionales, con el objetivo de romper con la persistente falta de transparencia que ha marcado su funcionamiento.
Peña, como economista y exministro de Hacienda, sabe que recibe un país en un cuasi descalabro financiero. El presupuesto aprobado durante el gobierno anterior es absolutamente frágil.
Convergencia Fiscal
El plan de convergencia fiscal, que establece un tope de déficit del 2,3% del PIB para este año, se convierte en un indicador crucial. Cumplir con este objetivo marcará la capacidad del gobierno para mantener las finanzas bajo control. Mantener la estabilidad de la moneda y recuperar la estabilidad de precios en la canasta básica, con una inflación meta por debajo del 4%, será esencial para preservar el poder adquisitivo de los ciudadanos y fomentar el crecimiento.
En resumen, el camino que espera al presidente Santiago Peña está marcado por retos significativos, que van desde el reforzamiento de la soberanía energética hasta la restauración de la credibilidad institucional y la administración responsable de la economía. El éxito en estos ámbitos sentará las bases para un Paraguay próspero y equitativo. El país y el mundo observan con atención cómo la nueva administración aborda estos desafíos cruciales.