Días pasados, Nicanor Duarte Frutos habló con tono preocupado sobre el «caos financiero» en la Entidad Yacyretá (EBY). Sin embargo, durante su administración, derrochó el dinero de la institución como si todo estuviera bien. Solo cuando supo que dejaba el cargo denunció el mal momento de las finanzas. Sin embargo, iremos mostrando cómo dilapidó los recursos de la Binacional.
Nuestra portada principal publica el gasto millonario que hizo, en parte, para saciar su ego. Fue como una relación de causa y consecuencia. Observen: En junio pasado, el Consejo de Yacyretá dispuso una entrega millonaria a favor de la Fuerza Aérea. Un mes después, Duarte Frutos recibió la medalla de Honor al Mérito Aeronáutico y la de Conmemoración al Centenario de la Fuerza Aérea.
¿Casualidad o causalidad? Lo cierto es que el mismo comandante de la Aviación, general González Ocampo, lo evidenció en su discurso al decir que se honraba al titular de la EBY por sus «contribuciones excepcionales a nuestra institución». La medalla, finalmente, quedó en el pecho de alguien que pasó de la pobreza a la opulencia y que hoy difícilmente pueda justificar su declaración jurada patrimonial, junto con su director financiero, Arnaldo Fernández.
Gracias a la ayuda de los amigos de la EBY, iremos mostrando la incoherencia de Nicanor con respecto al «caos financiero» y sus gastos de todo tipo en nombre de la Entidad Binacional. Él manejó a su gusto y paladar todo. Por eso, es una ofensa al pueblo paraguayo que, justo ahora que le están volando, salga a reconocer que la Entidad Binacional Yacyretá enfrenta una profunda crisis financiera.
¿Qué hizo al respecto? Nada. Lo peor es que colaboró para empeorar la situación. Como ejemplo, citamos la ayuda a la Fuerza Aérea, donde más que la necesidad de la Aviación, estaba su ego de figuración. Además, bajo su gestión, Argentina ahora solo transfiere US$ 10.000.000 por mes, en comparación con los US$ 18 a 20 millones que solía transferir mensualmente.
Como se podrá ver, ni siquiera corrigió el gasto operativo mensual de la EBY. Al contrario, aumentó los gastos internos, incluso metiendo a amigos y lacayos con altos salarios y buenos privilegios. Incluso llegó al colmo de un extraordinario derroche al tener su propia presea de la Fuerza Aérea, que de ninguna manera merece «El Mariscal de la derrota», como lo llaman sus propios correligionarios.
