Andrés Colmán Gutiérrez
“Bienvenido hermano extranjero
aquí le presento mi heroica nación
yo le pido que sea sincero:
¿verdad que no existe igual que Asunción?”
Una vieja banda sonora que se actualiza. Esta clásica guarania del recordado músico Carlos Sosa ha empezado a sonar de nuevo en las radios, ante la cantidad de extranjeros que llegan al país para presenciar o participar de los XII Juegos Suramericanos ASU 2022. La Secretaría Nacional de Turismo (Senatur) estima que unas diez mil o más personas, provenientes de otros países, nos están visitando durante las dos semanas del mayor encuentro deportivo internacional en la historia del Paraguay.
Aparte de dar vida a la gran fiesta del deporte, la masiva presencia de turistas trae consigo una saludable bocanada de oxígeno económico para los comercios y los emprendedores que fueron muy golpeados por la pandemia del Covid-19 y aún no se habían podido recuperar. La Secretaría Nacional de Deportes estima que los juegos dejarán un beneficio de aproximadamente 262 millones de dólares.
El sector hotelero asunceno está con un 95% de ocupación, según destaca Manuel Benítez Codas, vicepresidente de la Asociación Industrial Hotelera del Paraguay (AIHPY).
Con menos entusiasmo, pero con similar expectativa, Mario Robledo, poblador del bañado norte que recorre con su canasto de chipá las calles del microcentro, confía en que podrá vender y ganar lo que no pudo en las épocas de cuarentena, para ponerse al día con las cuotas atrasadas de la moto que retiró hace algunos años de un comercio capitalino. “A los turistas les encanta el chipá. ¡Odesur es nuestra salvación!”, proclama, mientras intenta vender un chipá con forma de jakare a unos panameños aventureros.
“Bienvenido señor de otras tierras
yo quiero ofrendarle de mi Paraguay
la más dulce expresión de su historia
reliquia de gloria su hablar guaraní
Karai, roipota ko ore yvype
rejuhu mborayhu ha po’a
eso quiere decir en su idioma:
mucha suerte, cariño y amor”.
La cordialidad, el cariño y la gratitud que don Sosa transmite en su popular guarania se traduce hoy también en agradecidos posteos ciudadanos en las redes sociales de internet:
Bienvenido y muchas gracias, querido hermano extranjero, porque tu promocionada venida a los juegos de Odesur ha logrado el milagro de que nuestro pintoresco intendente municipal de Asunción, Oscar Nenecho Rodríguez, haya despertado de su prolongada siesta subtropical y haya dispuesto arreglar en forma apurada y maratónica algunas plazas del centro histórico, las que durante todos estos años eran el perfecto escenario para una película post apocalíptica. Si ustedes pasan por las proximidades de nuestro bicentenario Cabildo, podrán ver a esas frenéticas cuadrillas de obreros comunales desarmando las últimas letrinas de las improvisadas favelas, escondiendo con pintura los destrozos causados en las estatuas y los monumentos coloniales. ¡Qué gusto ver que uno de los sitios más emblemáticos de nuestra ciudad comunera de las indias, amparo y reparo de la conquista, cuna del primer grito de libertad en América, vuelve a recuperar algo de su despojado encanto y belleza!
“Bienvenido hermano extranjero
estas son las noches de mi Paraguay
serenata con arpa y guitarra
y una enredadera de luna y jazmín”
Gracias a tu colectiva presencia, estimado hermano extranjero, en estos días también podemos disfrutar de grandes conciertos y espectáculos, de ferias gastronómicas al aire libre, de un clima de fiesta artística y cultural promovida por las autoridades para regocijo de la ciudadanía. En un país en donde los creadores y las manifestaciones de la cultura son a menudo olvidados por las instancias gubernamentales, es bueno que el afán de mostrar una buena cara a los visitantes nos acabe beneficiando a todos y a todas.
Aunque el recurrente discurso de algunas autoridades del Gobierno, que insisten en que quienes pretendan realizar críticas, manifestaciones o reclamos sociales, mostrando imágenes negativas del país durante los juegos Odesur, serían algo así como traidores a la patria, recordando aquellas gastadas proclamas de la dictadura stronista de que “¡vivimos en un país divino!”, no está mal que, al menos por estas dos semanas, depongamos nuestras hachas de guerra, escondamos la basura bajo la alfombra, agitemos las banderas deportivas y nos dispongamos a vivir la fiesta en paz. Ya habrá tiempo después para volver a tonguearnos cuando los turistas regresen a sus pagos, dejándonos sus preciados dólares o las monedas de sus respectivos países.
“Bienvenido señor de otras tierras
mi pueblo está lleno de cordialidad
un paisano al pasarle la mano
es un libro abierto de sinceridad”.
Pero… por las dudas, tengan cuidado: anden por la sombra, prueben el tereré y el chipa guasú, no se caigan en un bache, aprendan a bailar la polka, no se bañen en las playas de la Bahía de Asunción, admiren un mágico atardecer sobre el río Paraguay, eviten circular por las “zonas rojas” de nuestra capital y alrededores, den un paseo por los encantadores pueblos y ciudades del interior del país, pidan que les enseñen algunos vocablos en guaraní, no compren relojes Rolex falsos en las ferias del mercado, piérdanse en los pasillos de San Gerónimo y en las cumbre de los cerros de Cordillera, no se dejen coimear por algún policía de tránsito y disfruten de la canción en vuestro homenaje, que ha motivado esta columna, en esta romántica versión del conjunto Los hijos del Paraguay.
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Andrés Colmán Gutiérrez es director periodístico de elotropaís.org – Estas crónicas forman parte de un proyecto colaborativo especial para latribuna.com.py