Andrés Colmán Gutiérrez
De nuevo, como viene ocurriendo con frecuencia desde hace tiempo, esta fue una lamentable situación de agresión contra la sobreviviente fauna. El pasado 13 de setiembre, los rescatistas del Refugio Silvestre Urutaú, en la ciudad de Filadelfia, Departamento de Boquerón, en el Chaco paraguayo, recibieron a un ejemplar agonizante de gato montés o tirika, que había sido atropellado y dejado abandonado por un automovilista sobre la ruta PY09, más conocida como la Ruta Transchaco. Los veterinarios hicieron todo lo posible por curarlo, pero el animal falleció dos días después, a consecuencia de las múltiples y graves fracturas.
El episodio resultó llamativo y desdichadamente irónico, porque justamente el tirika es el animal que ha sido elegido simbólicamente como la mascota oficial de los XII Juegos Suramericanos Asunción 2022, el mayor evento deportivo en la historia del Paraguay, que inicia este sábado 1 de octubre, con la participación de más de 6.800 atletas y oficiales, en representación de 15 países.
¿Quién no ha visto a ese colorido y simpático personaje, con disfraz de muñeco de peluche tipo Disneylandia, que recrea en forma caricaturesca a un gato montés, promocionando los juegos de Odesur en distintos pueblos y ciudades, ayudando a llevar la antorcha con el fuego suramericano, abrazando a los relevistas y a los atletas, tomándose selfies con el público, visitando lugares de problemática social y apoyando campañas de solidaridad?
Sí, desde aquella vez en que se había eligido al Taguá como la mascota oficial de la Copa América 1999, que se disputó en el Paraguay, no teníamos a un animalito típico de nuestra fauna, bajo constante amenaza ante el avance de la civilización, proyectándose en un evento de tanta trascendencia internacional.
En el caso del Taguá (Catagonus wagneri), la elección fue aún más significativa, porque se trata de un pecarí chaqueño al que ya se consideraba extinto, hasta que en los años 70 el zoólogo Ralph Wetzel encontró algunos pocos ejemplares vivos y se dio inicio a un valioso trabajo para repoblarlos, buscando salvar a esta especie del fatal destino de los dinosaurios.
Las amenazas contra el símbolo de Odesur
El tirika o tirica, (nombre científico Leopardus guttulus, aunque también se lo presenta como el Leopardus geoffroyi y como el Oncifelis geoffroyi) todavía no figura en la lista de las especies en más grave peligro de extinción, pero aparece entre las vulnerables por la acelerada extinción de su hábitat, la selva chaqueña, que es deforestada a un ritmo vertiginoso.
Un informe de Trase Insights asegura que, entre 2010 y 2019, el bioma del Chaco paraguayo perdió 2,4 millones de hectáreas de vegetación nativa, debido en gran parte a la expansión de los campos de pastoreo, “especialmente en la región del Chaco Seco, donde se registraron algunas de las tasas de deforestación más altas del mundo durante la última década”. La organización Base Investigaciones Sociales sostiene que el actual ritmo de deforestación del Chaco devastaría en solo 50 minutos todo el Parque Ñu Guasu. Un panorama nada auspicioso para la mascota de los juegos Odesur, el tirika, que necesita regularmente de unas mil hectáreas de selvas para corretear y poder sobrevivir.
Los expertos del Refugio Silvestre Urutaú, que cumplen una valiosa función para la conservación de especies, mediante el rescate, resguardo y reinserción de animales de la fauna (la lucha por salvar a un cachorro de yaguareté también atropellado en la Transchaco, al que la votación popular bautizó como Tosã, conmovió a gran parte de la ciudadanía), aseguran que la mayor amenaza para el tirika son justamente los arrollamientos por parte de vehículos que circulan a gran velocidad. En menor medida, también persisten los cazadores que trafican con su valiosa piel, muy similar a la del jaguareté, aunque en una dimensión mucho más pequeña.
Respetar las reglas del juego
El símbolo de esta gran competencia internacional, que se inicia este sábado, es presentado en la página oficial de Odesur Asu 2022 como un personaje que “representa alegría y pasión por el deporte, respeta las reglas del juego y siempre da lo mejor de sí. Promueve los valores de la solidaridad, respeto, compañerismo, amistad y la alianza inseparable entre el deporte, la educación y la cultura”. Suena muy lindo, pero su rol mediático sería mucho más valioso si el muñeco que representa al tirika ayudara también a concientizar sobre las amenazas en que sobrevive el tirika real.
Exigir también “respetar las reglas del juego” y “dar lo mejor de sí” a quienes atropellan animales de la fauna en la Transchaco y los dejan agonizantes, abandonados a su suerte, o a quienes tumban bosques violando las leyes ambientales, sería una gran contribución en esta gran vidriera del deporte internacional que en estos días empezamos a vivenciar desde Asunción y otras localidades del Paraguay.
De lo contrario, aquel universal, breve y aparentemente inocente relato que probablemente todos aprendimos en nuestra infancia, pasaría a tener connotaciones más severas:
-“Había una vez
un gato montés
que tenía la cola
y la pata al revés
¿quieres que te lo
cuente otra vez?”.
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Andrés Colmán Gutiérrez es director periodístico de elotropaís.org – Estas crónicas forman parte de un proyecto colaborativo especial para latribuna.com.py