Desde Argentina relatan una realidad que en Paraguay se esconde o no se quiere ver por intereses crematísticos privados y públicos. Se trata del contrabando de combustible a un alto nivel comercial. El ilícito nunca fue detenido por el inepto de Emilio Fuster, al frente de la unidad Anticontrabando. Este paso ilegal ha golpeado al fisco durante años y beneficia igualmente a aquellos que operan como estaciones de servicio.
Nuestro diario, en sus páginas, se hace eco de la mafia de los combustibles en Clorinda, provincia de Formosa, Argentina, publicado por el Canal Trece de Buenos Aires. Con imágenes como prueba, se evidencian varios puertos clandestinos que operan entre la citada ciudad y Nanawa, ex Puerto Elsa, en el departamento de Presidente Hayes, lado paraguayo.
«Ciudad inflamable» titula la investigación del medio colega de Argentina. En ella se pueden observar varios «puntos ciegos» que tiene la ciudad fronteriza, que dista en su punto más cercano a menos de 10 kilómetros de Asunción, solamente atravesando el río Paraguay. Allí funciona todo un esquema para que el combustible llegue a nuestro país por todos los medios posibles. Es vox populi que el negocio también lo manejan grandes apellidos en Paraguay. Ya por algo abundan las estaciones de expendio de combustible desde Asunción para toda la República.
El contrabando de combustible es un negocio de larga data. No solo proviene de la zona de Clorinda y toda Formosa, sino que también se produce en lugares como Ñeembucú y la propia ciudad de Encarnación. Obviamente, además de la inutilidad de Fuster, hay complicidad de la Armada Nacional por el tráfico que se da por los ríos. En síntesis, el contrabando es una marca del fracaso del gobierno de Abdo Benítez.
La nota de la prensa argentina incluso fue generosa con este contrabando de alta escala. El paso hormiga es algo visible. Sin embargo, esta cantidad comercial e industrial ya tiene como socia a la misma Aduanas, a los militares, a otros órganos del Estado y al mencionado Fuster, que es el principal responsable. Todos juntos, incluso se podría decir que conforman una organización criminal, pues desangran al Estado con esos miles y miles de litros que no pagan un solo céntimo de tributo.
Ojo que nos referimos al contrabando a gran escala, no solo al conocido paso de personas y familias que, con sus autos o camionetas, cruzan a Clorinda en busca de mejores precios. No estamos hablando de esa gente que llena su tanque y espera aguantar con eso una semana. Nuestro enfoque editorial hace énfasis en el ilícito industrial en el que, guste o no, están involucrados grandes empresarios, socios de la Unión Industrial Paraguay (UIP) y la Federación de la Producción, Industria y Comercio (FEPRINCO).
Por lo tanto, el contrabando de combustible a gran escala también es un tema que involucra a la Asociación de Propietarios y Operarios de Estaciones de Servicios y Afines (APESA). Duele decirlo, pero hay que decirlo.