El Ministerio de Defensa no puede continuar siendo una figura decorativa. O sirve para algo o desaparece de la estructura, y así entonces -al menos- se logra algo de ahorro para el erario público. Valga tal expresión ahora que el general (SR) Óscar González (der.) fue designado para ocupar dicha cartera de Estado.
Tener por tener un Ministerio o que el mismo no cumpla su rol, al final, se constituye en una carga innecesaria. El Ministerio de Defensa se encarga, fundamentalmente, de roponer y evaluar la política de defensa, la política militar y las planificaciones de la Defensa Nacional. Debe ser una institución que estudia, propone y evalúa las políticas y normas aplicables a los órganos que integran el sector defensa y velar por su cumplimiento.
Nos guste o no, es necesaria una política de Defensa. Esta probada que las zonas fronterizas son un espacio sin control y por dónde transita todo tipo de ilícitos. Tampoco se puede ignorar que los grandes contrabando tienen una abierta complicidad de miembros de las Fuerzas Armadas. Por más que no haya una autoridad formal dentro de la cadena de mando, el ministro de Defensa tiene la potestad de marcar una línea de política militar.
En fin, ahora que el presidente de la República electo Santiago Peña puso su confianza en la persona del Gral (SR) González para el cargo de ministro de Defensa Nacional, éste tiene que justificar su razón de ser. Continuar la inercia de nombrar nomas funcionarios o cargar por rutina ministros, es poco inteligente. Amén que revela que el prometido cambio está lejos de ser realidad.