La presencia de la Fuerza de Tarea Conjunta en la zona de Ñeembucú ha generado una serie de reacciones que, lejos de ser genuinas preocupaciones por el bienestar de la región, parecen responder a intereses que prefieren un sur desprotegido. La excusa de que la militarización afectaría el turismo no solo es errada, sino que esconde la incómoda realidad de que la zona ya está marcada por el narcotráfico.
Los allanamientos realizados el sábado en Cerrito, que incluyeron la detención de varias personas vinculadas al narcotráfico, entre ellas un efectivo policial, así como la intervención de una comisaría y un aeródromo municipal, revelan el verdadero problema que afecta a Ñeembucú: el crimen organizado ha echado raíces en el sur del país. Ignorar este hecho es desconocer lo evidente.
La evidencia está a la vista. Durante años, grandes cargamentos de drogas incautados en Argentina han tenido como punto de tránsito el territorio paraguayo. No es casualidad que el gobierno argentino haya decidido reforzar su frontera con militares, y que Paraguay, en consecuencia, haya replicado la medida para garantizar la seguridad de su propio territorio. La historia del narcotráfico demuestra que cuando un lugar es utilizado como zona de paso, con el tiempo se convierte en un foco de distribución y consumo, generando violencia y descomposición social.
El argumento de que la presencia militar afectará el turismo no resiste el menor análisis. Por el contrario, la seguridad es un factor clave para atraer visitantes y garantizar el desarrollo económico sostenible. Las fuerzas de seguridad no representan una amenaza para la ciudadanía, sino una garantía de que el crimen no se adueñe de la región.
Lo que verdaderamente perjudicará el turismo y el comercio es permitir que la zona sur se convierta en tierra de nadie, donde las organizaciones criminales operen sin restricciones. Urge recuperar el control de nuestras fronteras altamente permeable en toda su extensión. Debemos preguntarnos, entonces, a quién realmente incomoda la presencia de los militares en Ñeembucú. Porque si la intención es retirar a quienes combaten el crimen organizado, lo que se está promoviendo, de manera encubierta o no, es que el narcotráfico siga su curso sin obstáculos.
Quienes se oponen a estas acciones deberán explicar si su preocupación es realmente el turismo o si sus verdaderas razones están en otro lado.