El viceministro de Industria, Marco Riquelme, asumió su primer cargo público al principio del año, con una visión clara sobre la situación de la industrialización nacional.
Tras una década en el ámbito gremial y más tiempo en el sector privado, destacó su sorpresa al encontrar en el ministerio un equipo altamente motivado y comprometido, desmintiendo la percepción común sobre la apatía y la burocracia estatal.
Sin embargo, reconoció que el país enfrenta desafíos estructurales para el desarrollo industrial, particularmente debido a leyes obsoletas que limitan el crecimiento empresarial y la generación de empleo.
La posición actual de la industrialización nacional
Riquelme en contacto con la 970 AM, enfatizó que Paraguay posee ventajas estratégicas, como una mano de obra joven, energía abundante y a bajo costo, una carga impositiva reducida y baja presión sindical. A pesar de estos factores favorables, el país no ha logrado consolidar un sector industrial sólido.
Para comprender esta paradoja, el viceministro analizó las balanzas comerciales y concluyó que, aunque Paraguay tiene un saldo positivo en el Mercosur, este panorama cambia al excluir la energía y la soja.
Déficit en la balanza comercial
La balanza comercial de productos manufacturados muestra un déficit de 3000 millones de dólares anuales, cifra que asciende a 4000 millones si se excluyen los aportes del régimen de maquila.
A diferencia de Brasil y Argentina, que en el pasado apostaron por políticas de sustitución de importaciones y subsidios al sector industrial, Paraguay no implementó estrategias similares. Como resultado, el país quedó rezagado en términos de modernización y competitividad. El viceministro subrayó la necesidad de un cambio de rumbo, destacando que mantener el mismo enfoque durante los próximos 30 años solo prolongará la dependencia de productos manufacturados extranjeros.
Un tema crucial vinculado a la industrialización es el empleo. Riquelme señaló que Paraguay necesita generar más empleo formal y mejorar la capacitación de su fuerza laboral. Sin embargo, cuestionó la efectividad de los programas del SNPP y SINAFOCAL, que cuentan con un presupuesto anual de 40 millones de dólares, pero cuyos resultados en la inserción laboral son poco visibles.
El desafío no es solo formar personas en oficios tradicionales, sino desarrollar habilidades que respondan a las necesidades de la industria y que permitan a los trabajadores acceder a oportunidades con estabilidad y crecimiento profesional.
En un país donde aún existen barreras para la expansión de la industria, la visión de Riquelme apunta a una transformación estructural que modernice las leyes, incentive la producción nacional y fomente un mercado laboral más dinámico. La apuesta por la industrialización podría ser la clave para reducir la dependencia del comercio exterior y generar un círculo virtuoso de desarrollo económico y social.