El calor extremo puede representar un riesgo grave para la salud, afectando especialmente al sistema cardiovascular. La doctora Graciela González, titular del Programa de Prevención Cardiovascular del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social (MSPyBS), advierte que las altas temperaturas alteran el organismo, provocando un aumento de la frecuencia cardíaca, taquicardia y variaciones peligrosas en la presión arterial.
En situaciones extremas, estos cambios pueden llevar a un descenso abrupto de la presión arterial y desencadenar un estado de shock.
Los bebés, niños pequeños, embarazadas, personas con obesidad y adultos mayores son los más vulnerables a los efectos del calor extremo, aumentando el riesgo de sufrir complicaciones graves.
Síntomas que alertan que nos afecta el calor
Entre los síntomas que pueden presentarse debido al exceso de calor se encuentran calambres, agotamiento, dolor de cabeza, náuseas y vómitos.
La deshidratación también es un signo frecuente y puede manifestarse con piel y boca secas, decaimiento, ojos hundidos y sed intensa, además de generar presión arterial baja y un pulso acelerado.
Según la especialista, la descompensación del organismo causada por el calor, combinada con la deshidratación, puede derivar en infarto agudo de miocardio o accidente cerebrovascular (ACV), dos de las patologías de mayor mortalidad.
Las personas con hipertensión arterial, diabetes, niveles elevados de colesterol y triglicéridos, así como los fumadores, tienen un mayor riesgo de sufrir complicaciones a causa de las temperaturas elevadas.
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Hidratación como mitigante de las altas temperaturas
Para minimizar estos riesgos, los especialistas recomiendan mantener una hidratación constante, incluso si no se siente sed, y evitar la exposición prolongada al sol entre las diez de la mañana y las cinco de la tarde.
Es importante también usar ropa liviana, holgada y de colores claros, ya que los colores oscuros absorben más el calor, y protegerse con sombrero o sombrilla, además de lentes de sol con protección UV.
La piel debe recibir un cuidado especial, por lo que se aconseja aplicar protector solar con factor 50 o superior.
En cuanto a la alimentación, es recomendable consumir alimentos frescos y de fácil digestión, como frutas y verduras, evitando frituras, comidas copiosas y bebidas con cafeína, alcohol o exceso de azúcar, ya que estas pueden contribuir a la deshidratación.
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Cuidados de personas sensibles al calor
Las personas con enfermedades cardíacas deben extremar los cuidados, asegurándose de almacenar sus medicamentos en un lugar fresco, ya que el calor puede alterar su composición y su efectividad.
También deben controlar con mayor frecuencia su presión arterial y su pulso, evitando salir en horarios de mayor temperatura.
En caso de que sea necesario salir, se recomienda hacerlo por períodos breves y llevar siempre una botella de agua para mantener la hidratación. Además, es fundamental acudir a controles médicos regulares para evaluar el estado de salud y prevenir cualquier descompensación.
Si una persona presenta síntomas de agotamiento por calor, como calambres, dolor de cabeza, náuseas o vómitos, lo recomendable es permanecer en un lugar fresco y sombreado, además de refrescarse con paños húmedos en la cabeza, cuello, axilas e ingles y beber agua fría para ayudar a recuperar la hidratación.
Si los síntomas no mejoran o se agravan, es imprescindible acudir de inmediato a un centro de salud para recibir atención médica. Tomar precauciones adecuadas y actuar rápidamente ante cualquier señal de alerta puede hacer la diferencia entre una recuperación rápida y una complicación grave.
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