El 2 y 3 de febrero de 1989 marcaron un punto de inflexión en la historia del Paraguay con la caída de la dictadura de Alfredo Stroessner, puso fin a 35 años de represión y abrió las puertas a la democracia. Sin embargo, tras 36 años de aquel hecho histórico, el balance sigue siendo motivo de debate.
Euclides Acevedo, exministro y analista político, planteó una lectura crítica del proceso democrático paraguayo en los micrófonos de la 970 AM. El conocido político señaló que la transición iniciada entonces aún no ha concluido. “Es una transición interminable”, afirma, subrayando que la ausencia de un pacto nacional ha sido un obstáculo para la consolidación de las instituciones democráticas.
Una democracia electoral, como en la dictadura
Según Acevedo, Paraguay logró avances importantes: se recuperaron las libertades, se estableció una nueva Constitución, se garantizó la alternancia en el poder. Sin embargo, sostiene que el país sigue atrapado en una democracia meramente electoral como en la dictadura y no política.
“La democracia no ha satisfecho una de sus condiciones fundamentales: la desaparición de la inequidad social”, enfatiza.
La crisis social y económica, combinada con la fragilidad institucional, ha generado un descontento ciudadano que alimenta el surgimiento de alternativas políticas que podrían representar riesgos para el sistema democrático.
Acevedo menciona el caso de algunos candidatos recientes con posturas autoritarias que lograron un respaldo significativo en las urnas.
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Olvido de la historia y falta de un pacto nacional
Otro punto de preocupación es la falta de reconocimiento a la importancia del 2 y 3 de febrero. El político lamenta que el acontecimiento histórico no se celebre con la trascendencia que merece y critica la ausencia de una estrategia pedagógica que enseñe a las nuevas generaciones sobre el valor de la democracia.
“La libertad se la valora hasta que se la pierde”, advierte.
Asimismo, destaca que el fracaso de la democracia en satisfacer las necesidades básicas de la población responde a la falta de un pacto nacional, un acuerdo político y social que establezca una hoja de ruta para combatir la pobreza, la inseguridad y la falta de oportunidades. Sin este compromiso, la democracia seguirá siendo frágil y vulnerable.
El diálogo como desafío pendiente de la democrácia
La dificultad para el diálogo es otro de los problemas estructurales señalados por Acevedo. En Paraguay, la confrontación predomina sobre la búsqueda de consensos.
“Si el gobierno dialoga con la oposición, es un gobierno flojo. Si la oposición dialoga con el gobierno, es una traición”, critica, resaltando la falta de cultura democrática en el país.
Además, la división interna de los partidos políticos impide la concreción de acuerdos.
“El Partido Colorado es al mismo tiempo oficialismo y oposición, mientras que la oposición está dispersa y sin liderazgos claros”, señala.
A más de tres décadas de la caída de la dictadura, Paraguay sigue transitando una democracia inacabada. Los desafíos de consolidar un sistema político fuerte, reducir la inequidad social y fomentar el diálogo siguen pendientes.
La historia demuestra que la libertad no es irreversible y que su defensa requiere un compromiso constante. En este escenario, la pregunta sigue vigente: ¿cuándo terminará la llamada «transición» y se consolidará una democracia plena en Paraguay?
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