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lunes, 3 de febrero de 2025
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Crisis del agua

Paraguay, un país bendecido por la abundancia de ríos y arroyos, enfrenta hoy una de las crisis más alarmantes de su historia: la escasez de agua. Lo que hasta hace unas décadas parecía un recurso inagotable, hoy se ve amenazado por el cambio climático, la contaminación y la falta de políticas públicas efectivas para garantizar su conservación y acceso equitativo.

La prolongada sequía que azota al país ha tenido un impacto devastador en los cuerpos de agua, con la disminución del caudal de ríos fundamentales como el Tebicuary y problemas recurrentes de navegabilidad en el Paraná y el Paraguay. Estas alteraciones no solo afectan el ecosistema y la biodiversidad, sino también sectores estratégicos como el transporte fluvial, la generación de energía y la agricultura.

Lo más preocupante es que, a pesar de la riqueza hídrica de Paraguay, una gran parte de la población sigue sin acceso a agua potable. Según datos recientes, más del 30% de los habitantes en zonas rurales todavía carecen de este servicio vital. Es inconcebible que capitales departamentales como Ciudad del Este, por ejemplo, todavía tenga a una gran parte de su población dependiendo del servicio de “aguateras” precarias, en el mejor de los casos y otros dependiendo de los pozos domiciliarios. Esta situación atenta contra la salud pública, aumentando la incidencia de enfermedades relacionadas con el consumo de agua contaminada.

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El cambio climático agrava el problema con lluvias cada vez más erráticas y periodos de sequía más prolongados. Con todos estos antecedentes, no podemos seguir confiando en la abundancia natural del agua sin tomar medidas concretas para su preservación y gestión responsable.

La crisis del agua es una realidad y debe posicionarse en la agenda nacional como una prioridad urgente. Es necesario que el Gobierno, la sociedad civil y el sector privado trabajen en conjunto para desarrollar políticas públicas de largo plazo orientadas a la gestión sostenible del recurso hídrico.

No hay ningún misterio en este tema. Hay medidas concretas que pueden tomarse desde ya, como ya lo vienen haciendo, por ejemplo, las comunidades del Chaco, tales como la construcción de sistemas de captación de agua de lluvia, plantas potabilizadoras y redes de distribución eficientes.

Además, se pueden impulsar campañas de conservación de cuencas, iniciativas particulares ya desarrollaron acciones esporádicas, pero es necesario expandir y ponerlo en una agenda de políticas públicas. El sector productivo también debe asumir su parte, promoviendo una agricultura sostenible, que optimice el uso del agua y reduzca su desperdicio. Y por supuesto, debemos educar a la población para fomentar el uso de responsable del agua.

Las acciones que la sociedad tome ahora serán fundamentales para preservar un recurso que todavía sigue siendo abundante, pero que por inacción u omisión puede destruirse, comprometiendo el futuro de las próximas generaciones de paraguayos.