Hablar del transporte público en nuestro país es rememorar décadas de ineficiencia, maltrato y abandono. A pesar de innumerables promesas de mejora, estudios técnicos y hasta la contratación de expertos nacionales e internacionales, la realidad sigue siendo la misma: un servicio deficiente que condena a los usuarios a esperas interminables, unidades en condiciones deplorables y un sistema que responde más a los intereses de los empresarios que al derecho de la ciudadanía a un transporte digno.
Ahora, la administración de Santiago Peña anuncia un ambicioso plan de reforma que, de concretarse, podría convertirse en un verdadero legado de su gobierno. Según las publicaciones oficiales, la propuesta incluye la incorporación de buses eléctricos, la creación de 250 paradas adecuadas y la implementación de carriles exclusivos para mejorar la fluidez del servicio.
La nueva propuesta de reforma genera expectativas y al mismo tiempo una comprensible duda de los usuarios. Es que en toda la era democrática, las promesas de mejora del transporte público han quedado en anuncios y planes, pero la realidad sigue siendo la misma. A diario, estudiantes y trabajadores pierden horas valiosas de sus vidas esperando en paradas desprovistas de condiciones mínimas o viajando en unidades que representan un peligro para su seguridad. La exigencia de los usuarios no es ningún misterio: quieren un transporte previsible, eficiente y en condiciones.
El nuevo marco jurídico propuesto busca garantizar una mayor participación ciudadana en el control del servicio. Se plantea la creación de un foro de participación obligatoria para que los usuarios puedan hacer escuchar sus reclamos y exigencias. Además, el Estado asumirá la inversión en nuevos buses y la infraestructura necesaria para la modernización del sistema, asegurando que el servicio sea accesible y funcional. Sin embargo, la clave estará en la aplicación efectiva de estas medidas.
La reforma del transporte es una necesidad impostergable para mejorar la calidad de vida de miles de paraguayos que dependen de este servicio día tras día. Si esta administración logra acabar con el carnaval de desorden y precariedad que ha caracterizado al sector, su impacto trascenderá cualquier periodo de gobierno y podría constituirse en un verdadero legado de la administración de Peña, porque responderá a un clamor de años de miles de paraguayos que dependen de este servicio.