La incautación de casi 500 kilos de cocaína en la zona de Yabebyry, departamento de Misiones, pone en evidencia una realidad preocupante: el narcotráfico sigue expandiéndose por todo el territorio nacional, alcanzando incluso áreas que hasta hace poco tiempo no figuraban entre las conocidas como rutas del tráfico de drogas.
El hallazgo de dicha cantidad de cocaína, una droga que no se produce en Paraguay, plantea preguntas sobre cómo ingresó al país. Es evidente que la carga proviene de otro punto del continente, lo que lleva a cuestionar la efectividad de los controles en las fronteras y los puestos policiales en rutas claves. ¿Cómo lograron los traficantes sortear estas barreras con una cantidad tan considerable de estupefacientes?
El operativo en Yabebyry también revela otra preocupación: que en Paraguay ya no quedan zonas libres del narcotráfico. Esto no solo tiene implicaciones para la seguridad, con un aumento previsible en la violencia y criminalidad, sino también para la salud y bienestar de nuestra juventud. Detrás del gran tráfico viene el microtráfico, y con éste, el consumo y la adicción, principalmente entre los sectores más vulnerables de la población.
Es destacable la labor de la Senad y del Ministerio Público por este golpe al narcotráfico. Pero es evidente la necesidad de reforzar las estrategias de seguridad y control fronterizo. Es indispensable una mayor inversión en tecnología de vigilancia, capacitación de los agentes y una coordinación internacional efectiva para combatir el tráfico de drogas.
Por otro lado, más que nunca, el Estado debe priorizar programas de prevención y rehabilitación que atiendan el impacto del microtráfico en nuestras comunidades. En ese sentido, se deben expandir a todos los departamentos de la república las acciones de programas como SUMAR, que busca abordar de manera integral el problema del abuso de drogas y las adicciones en el país.
El crecimiento de narcotráfico siempre trae aparejado el aumento de la criminalidad y la violencia, es por ello que el combate a este flagelo debe ser frontal y decidido, antes de que eche raíces más profundas en nuestra sociedad. La tranquilidad y la salud de la población están en juego.