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miércoles, 5 de febrero de 2025
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Brújula deportiva: El señor de los milagros

Esta mañana, nos refregamos un par de veces los ojos, para constatar con alegria que no era un sueño lo de la última noche sino una gratisima realidad que nos muetra hoy la querida selección paraguaya de futbol.

De la noche a la mañana. Del infierno a la gloria. Sin términos medios: de tocar fondo en el sótano del edificio de las eliminatorias al mundial 2026, a la calidad de inquilinos compartidos del cuarto piso, siendo sextos por desempate, vencedores de dos gigantes de América en casa y con punto valioso ante el tercer mayor protagonista continental en Montevideo y claramente ubicados en zona de clasificación, dandonos el lujo hasta de cerrar el año en esa condición, aún sufriendo una derrota en el hasta hoy inexpugnable reducto de El Alto ante Bolivia.

Como calificar este cambio rotundo, radical, pleno, hasta inverosímil? En una feliz definición el colega Cristian Pérez que comentaba el partido junto a Chipi Vera, dio en el clavo con el concepto y el calificativo exactos definiendo el hecho como milagro y como responsable a un señor (entrenador) dentro y fuera de la cancha. A ese protagonista debemos brindarle el lugar que se merece y se ha ganado: hay que darle a Alfaro, lo que es de Alfaro, el mérito de sacar a nuestra selección de futbol, de la eliminación inminente y conducir a este team destrozado futbolística y animicamente, elevandolo al sitial esperanzador que ahora ostenta.

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Lo de anoche es uno de los triunfos más memorables del futbol paraguayo, totalmente impensado cuando tocabamos fondo en esta misma eliminatoria y no eramos capaces de ganar ni siquiera en casa y nos costaba tanto tan siquiera hacer un gol.

No seriamos justos si dijeramos que todavia «no ganamos nada». Claro que hay que reconocer que queda camino por andar, pero en ese dificil y escarpado sendero como el tener que subir hasta las cumbres de Bolivia en busca de consolidar el objetivo, todos, atletas, cuerpo técnico, dirigentes, jugadores, hinchas y comunicadores, hemos recuperado la olvidada costumbre de soñar que le de un gran valor agregado a la empresa de plantar bandera despues de 16 años en una final mundialista.

Vale y mucho, haber rescatado esa perdida rebeldía de la que habló el propio arquitecto de este grato presente albirrojo en la rueda de prensa post-partido, que dejó de ser un aburrido muro de los lamentos, para convertirse en un esperado deleite de quienes apreciamos el buen decir, con conceptos claros y precisos, donde a la hora de celebrar la euforia y alegría se lleva adentro y se exterioriza esa humildad que reconoce los aportes del grupo, del equipo, de los verdaderos hacedores de los triunfos que son los jugadores, con la sencillez de quienes atesoran valores, que preciden sus actos con esa suprema virtud.

Pero así como en su momento hasta despiadadamente se le atribuyeron las causas de todos los males a los actuales dirigentes, hay que reconocerles tambien sus aciertos que están bien a la vista hasta de aquellos ciegos que no quieran apreciar. Se debe remarcar tambien que junto a los méritos hay aspectos que se deben mejorar y así como los jugadores recuperaron el ADN futbolistico, los dirigentes deben rescatar la perdida valoración de la historia.

El propio Alfaro, en su siempre enriquecedora exposición ante los comunicadores despues de cada partido, recordó y agradeció al presidente Robert Harrison y al director de selecciones Justo Villar, a quien le une una sólida amistad forjada ya en los tiempos en que el ex golero atajaba en Estudiantes y compartia momentos de solaz jugando al golf.

Aquí cabe resaltar uno de los aciertos de la administración Harrison: incorporar a Gustavo Alfaro en este proceso (foto de presentación). Un logro sumado a los éxitos de las formativas sub 23 y sub 15, que el propio orientador valoró en su charla con los comunicadores anoche y las acertadas inversiones edilicias en Luque, Ypané y el propio predio del Defensores, donde el talón de Aquiles sigue siendo el desaparecido museo y el borre de los nombres de sus diferentes tribunas, que volvimos a recordar anoche.

Como olvidarse de Arsenio Erico cuyo espíritu estuvo vivo, a metros de donde está su abandonada tumba en el destruido museo de la APF, donde emulandolo a su estilo Toni Sanabria anotó un gol de antologia, digno del Saltarín Rojo y en el otro arco hacia las tribunas con su nombre tácito, se hizo presente la virtud excelsa del futbol paraguayo, nuevamente rescatada en la cabeza de Omar Alderete.

Alfaro elevó los decibeles de la emoción en diferentes pasajes de su alocución, al recordar sus primeros pasos en su querida Rafaela natal y la tristeza del descenso de su primer amor deportivo dias atrás, en el futbol argentino y hasta quizá aunque no lo haya exteriorizado, guardó en su intimidad una mezcla agridulce oculta de sentimientos, al tener que pagar el gozo personal que le dio la albirroja con la derrota que le hizo sufrir a la albiceleste.

Y aquí debemos volver a citar y parafrasear al maestro Ryszard Kapuściński, aplicando al caso su concepto, concluyendo que tambien para ser un buen entrenador, hay que ser una buena persona.

De aquella tenebrosa situación en la que nos hallabamos, a este presente fulgurante y feliz, tuvo que pasar un competente alfarero que genere el cambio, con el mismo barro y la misma arcilla que empezó a apreciar desde lejos y confesó que era una selección que deseaba dirigir, sabiendo de su potencial y consciente de tener en su mochila de competente arquitecto, las herramientas necesarias, especialmente aquellas que estaban bien al fondo del maletín y que son los valores que al fin rescatados, forjaron la anhelada transformación, que tanto costó encontrar.

En el siglo XXI siguen existiendo los milagros aunque no abunden, porque para que se gesten, no solo es imprescindible que Dios los haga sino que el destinatario de los mismos, deposite toda su fe en El. Y los hay en todos los aspectos de la vida cotidiana, por supuesto, incluido el deporte y el futbol.

Fue necesaria a los conductores de la APF, desarrollar mucha paciencia, valentía y resiliencia a la hora de ser golpeados por una torrencial lluvia de críticas y resultados negativos. Pero la luz estaba en el fondo del túnel hasta que al fin, supieron encontrar, al señor de los milagros.