El desafío lanzado por el presidente Santiago Peña durante su visita a Ciudad del Este tiene un eco poderoso: convertir a esta dinámica región en el centro económico del Mercosur. Esta propuesta ambiciosa pone en la mesa un debate histórico sobre el rol estratégico del Alto Paraná en el desarrollo económico de Paraguay y su capacidad para brillar como una de las principales locomotoras de crecimiento.
Históricamente, Ciudad del Este ha sido una de las mayores fuentes de recaudación fiscal del país, y no solo de manera legal, sino también a través de las conocidas prácticas “ijyképe”. Sin embargo, su relevancia económica contrasta con la falta de inversiones públicas en infraestructura y el limitado incentivo a proyectos que potencien su capacidad. A pesar de ello, esta región ha demostrado una capacidad de resiliencia que pocos lugares en el país pueden igualar.
El Alto Paraná ha sido capaz de superar crisis tras crisis, desde los intentos de sus vecinos por asfixiar su comercio hasta las prácticas que parecían desalentar la llegada de visitantes. Esta región, rica en recursos naturales y con un comercio que sigue atrayendo tanto a locales como a extranjeros, se recuperó rápidamente tras la pandemia de COVID-19 y continúa siendo un polo de atracción. Su ubicación geográfica, en el corazón de la región de las tres fronteras, le otorga una potencialidad estratégica única para el Mercosur, no solo por su acceso a Argentina y Brasil, sino por la diversidad de negocios que florecen en su suelo.
Pero, como en toda historia de éxito, hay sombras que no pueden ser ignoradas. La corrupción ha manchado la reputación de la región y sigue siendo uno de los mayores obstáculos para atraer inversiones serias y de largo plazo. Para que Ciudad del Este pueda convertirse en el centro económico del Mercosur, es imprescindible que las autoridades, tanto nacionales como locales, trabajen mano a mano para erradicar estas prácticas corruptas que empañan la imagen de la ciudad.
El presidente Peña, al retar a los empresarios del Alto Paraná a soñar en grande, reconoce la importancia de mirar hacia el este. Ciudad del Este cuenta con los recursos y la creatividad de su gente, además de un vibrante sector comercial e industrial, incluyendo las maquiladoras que generan miles de empleos. La infraestructura necesaria para consolidarse como un imán de inversiones también está al alcance. Itaipú, una de las mayores fuentes de energía del mundo, las tierras fértiles y los recursos naturales de la región son parte del paquete que debería atraer a inversores de todo el mundo.
El camino hacia este ambicioso objetivo, no obstante, requerirá más que buenas intenciones. La colaboración entre el sector público y privado será fundamental para acelerar la integración física con Brasil, mejorar la logística y fortalecer la infraestructura. El desafío de Peña a los empresarios es un gran paso para volver a poner a esta región en el mapa como un polo de desarrollo económico.