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lunes, 25 de noviembre de 2024
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Aquel viernes sangriento

En la década de 1920, el ambiente político en Paraguay estaba marcado por los sucesos en el Chaco. José P. Guggiari, presidente de la república desde agosto de 1932, era una figura resistida por altos oficiales del ejército nacional por rencillas que venían desde la revolución de 1922-1923.

También, la propaganda contraria a Guggiari, desde diferentes sectores partidarios, apuntaban a la supuesta indefensión del Chaco.

Un hecho vino a encender la llama. El 7 de setiembre de 1931, se produjo una escaramuza en el fortín Samaklay entre tropas paraguayas y bolivianas. Este suceso –maximizado por políticos– fue tomado como bandera de protesta de los grupos opositores al gobierno, incluida la disidencia liberal.

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El 22 de octubre de 1931, en horas de la tarde, estudiantes del Colegio Nacional realizaron una marcha hacia el Palacio de Gobierno. En la mañana se había conocido la noticia de otro ataque boliviano, esta vez al fortín Presidente Gondra. En el lugar de destino, la concurrencia entonó el himno nacional, y solicitó, a través de los organizadores, la posibilidad de leer los discursos que se habían preparado. Ante la respuesta negativa, la multitud optó por retirarse, dirigiéndose hasta la Escuela Militar (actual edificio del Congreso Nacional), pues en ese establecimiento formaban los cuadros de oficiales de las Fuerzas Armadas. Ahí, con encendidos discursos, trataron de levantar a la institución militar.

Luego de más de una hora de protestas, con algunos incidentes, la reunión se movilizó por la calle 14 de Mayo, camino a la residencia del entonces mayor Rafael Franco, retirado recientemente del ejército por pedido suyo.

De la casa de Franco, incitados por políticos opositores que seguían la marcha, se trasladaron hasta la residencia del presidente Guggiari. Apedrearon la casa e intentaron forzar la puerta. Cuando la situación se volvió insostenible, las fuerzas policiales dispersaron a la muchedumbre.

En la mañana del 23 de octubre, una nueva manifestación de estudiantes y obreros se congregó en la plaza Uruguaya. La actividad del día anterior se realizó con permiso de la Policía, sin embargo, la nueva convocatoria no fue comunicada a las autoridades.

Rápidamente, una columna compuesta casi exclusivamente de estudiantes, alumnos del Colegio Nacional, de la Escuela Normal y de la carrera de Medicina, se lanzó a las calles. Después de visitar varios periódicos, agrediendo a uno de ellos, «El Liberal» (órgano oficial del partido de gobierno), se dirigieron, en medio de ruidosas demostraciones, hacia el Palacio de Gobierno.

Con enseñas patrias, los manifestantes llegaron frente a la explanada de la Casa de Gobierno, la que se encontraba resguardada por la policía y el escuadrón de Seguridad (cuerpo dependiente de la Armada). Minutos después, con los ánimos muy caldeados, intentaron romper la valla.

Se luchó a empujones, a codazos, en algunos lugares a puñetazos, profiriendo gritos contra el gobierno y contra el mandatario.

De pronto, lo inesperado. Las fuerzas apostadas en el lugar rompieron fuego sobre la manifestación. Las ametralladoras, que desde la noche anterior habían sido emplazadas en la terraza, hicieron oír su tableteo. Presa del pánico, la muchedumbre solo atinó a arrojarse al suelo.

Murieron 11 personas y cayeron decenas de heridos. El grupo directamente expuesto al fuego se componía aproximadamente de quinientas personas. Guggiari salió corriendo de su despacho pidiendo el alto al fuego. El mayor Arturo Bray asumió plenos poderes como Jefe de Plaza de la ciudad y movilizó a las tropas del ejército, estableciendo, además, la censura a los medios de prensa.

El 25 de octubre de 1931, Guggiari se presentó en la Escuela Militar para delegar la presidencia al vicepresidente de la república, Emiliano González Navero y se sometió a un juicio político.

El Partido Colorado renunció a las bancas que ocupaba en las cámaras parlamentarias. El 27 de enero de 1932, la Cámara de Diputados, exoneró al presidente por su responsabilidad sobre la matanza de estudiantes del 23 de octubre. En aquella fecha, Guggiari reasumió como primer mandatario.

El diario “El Orden”, opositor al gobierno de Guggiari, presentó de esta manera los hechos del 23 de octubre.

La supuesta indefensión del Chaco

Paraguay comenzó su preparación para la contienda pocos meses después de finalizada la revolución de 1922 – 1923, con el gobierno de Luis Alberto Riart, quien ordenó la elaboración de un plan general para armar y movilizar al ejército en caso de guerra.

Las administraciones de Eligio Ayala y José P. Guggiari se preocuparon en adquirir armas y en organizar el ejército nacional, de la manera más reservada posible. Aun así, en mayo de 1931, Asunción vivió una fiesta con el ingreso al puerto de los cañoneros “Humaitá” y “Paraguay”, mandados construir durante el gobierno de Ayala.

El 23 de octubre sigue siendo una fecha emblemática en Paraguay. Desde entonces se utilizó la muerte de estudiantes, en aquella triste jornada, como propaganda antiliberal (anti Partido Liberal).

Lo mismo se hizo con otros episodios de nuestra historia: utilizarlos convenientemente para fines políticos.

La supuesta indefensión del Chaco llevó a jóvenes idealistas a reclamar la salvaguardia de la soberanía. Es innegable que, como en otras oportunidades similares, actores políticos potenciaron y buscaron beneficio de aquella manifestación estudiantil. También es innegable que todo gobierno es responsable por los actos cometidos por sus fuerzas de seguridad.

El recuerdo perenne para aquellos bravos estudiantes secundarios y universitarios. Un año después, en 1932, esos que sobrevivieron se presentaron masivamente para defender el Chaco.

Lápida del Estudiante Julio César Franco, uno de los jóvenes muertos el 23 de octubre de 1931.
La única lapida que queda en el Cementerio de la Recoleta es de JULIO CESAR FRANCO, quien fue estudiante de medicina del primer curso. Falleció en Primeros Auxilios como consecuencia de la metralla que le destrozó el estómago. Además de sus estudios de medicina, Franco era jugador de la primera división del Club Cerro Porteño. Ocupaba el puesto de lateral derecho y era capitán del equipo. También hacía teatro en el colegio Salesianito, donde cursó sus estudios primarios. Una plaza de Asunción lo recuerda.

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