Juan Gualberto González fue el primer colorado en llegar a la presidencia de la República. A pesar de su reconocida lealtad a su partido, rompió el molde al nombrar a miembros de la oposición en cargos públicos. De esta manera, Antonio Taboada, asumió en el Consejo Superior de Educación, y Juan Bautista Rivarola, fue nombrado Administrador General de Aduanas, con base en la Capitanía del Puerto de Asunción.
Pero las buenas intenciones del mandatario quedaron truncadas con las elecciones legislativas de febrero de 1891. Estos comicios tuvieron el mismo cariz que todas las anteriores, violencia y fraude.
Las elecciones en el décimo tercer distrito, Ybycuí, Qyquyho y Mbuyapey, terminaron en desbordes de todo tipo. Hubo tiroteos, muertos, heridos y la quema de casas de particulares. Hechos similares se dieron en otros distritos. Esto terminó convenciendo a los miembros del Centro Democrático (hoy Partido Liberal) que era inútil pensar en acceder al Congreso o a la primera magistratura por los medios democráticos.
Estos episodios de febrero de 1891 traerían sus consecuencias.Tras los sucesos en el décimo tercer distrito, se organizó una revolución contra el gobierno.
Como primera medida, los jefes del partido conformaron un “Comité Revolucionario” integrado por Antonio Taboada, Eduardo Vera, Juan Bautista Rivarola y Pedro Pablo Caballero. Vera, reconocido héroe de guerra, se encargaría de los aprestos bélicos además de dirigir a las tropas rebeldes contra el ejército nacional.
Taboada fue el jefe civil, quien debería ocupar el gobierno con una Junta Ejecutiva. La presencia de Rivarola en la Aduana fue fundamental, pues por el puerto de Asunción ingresaron sin dificultades las armas que sería utilizadas en la asonada.
El plan consistía en capturar el Cuartel de la Escolta Presidencial, que funcionaba en el edificio que posteriormente fue la Escuela Militar (hoy día sede del Congreso Nacional), los cuarteles de artillería y el de Infantería. Luego capturarían a los generales Patricio Escobar y Bernardino Caballero en sus hogares, ambos principales lideres de la Asociación Nacional Republicana.
Finalmente debían intimar la rendición de la comandancia de la policía para exigir la renuncia del presidente con su gabinete. Así, el 18 de octubre de 1891, en horas de la tarde, un grupo de 80 rebeldes, al mando de Vera y de Pastor Cabañas Saguier, se trasladó desde la Capitanía General de Puertos en tres tranvías tirados por caballos, para asaltar la Escolta Presidencial.
Cayeron por sorpresa, matando a su comandante el coronel Ángel Ozuna. La primera parte de la misión estaba cumplida. Sin embargo, la fuerza comandada por Pedro Pablo Caballero (conocido también como Caballerito), que debía tomar desde la bahía el Cuartel de Infantería, no llegó a tiempo.
En la Escolta, un grupo de hombres resistió el impetuoso ataque de Vera. En medio del tiroteo, el jefe atacante cayó muerto por varios disparos en el patio de entrada, al parecer intentando tomar una ametralladora.
Algunos autores, refiriéndose al hecho, sostienen que Vera fue abatido por sus propios compañeros que llegaban de refuerzos, pero otras versiones, refieren que el héroe fue muerto por los defensores de la Escolta.Taboada tomó el mando y unió sus tropas a las de Caballerito, que había encontrado una decidida resistencia en los cuarteles de artillería e infantería.
Tampoco el cuartel de la policía pudo ser ocupado por los rebeldes. La llegada del ministro de Guerra y Marina, Juan Bautista Egusquiza, fue fundamental para recuperar definitivamente la Escolta. Egusquiza, acompañado de un sargento, logró ingresar a la unidad por un portón que daba sobre las ruinas de la Iglesia de la Encarnación.
Llegó al sitio para reagrupar a las tropas y efectuar un exitoso contraataque. Los demás grupos de acción liberales fueron intrascendentes en el desarrollo del combate, ante el fracaso en la Escolta. Taboada llegó con una tropa de refuerzo al lugar, pero evacuó al notar la vigorosa reacción de los soldados leales al gobierno.Taboada, acompañado por Rivarola, Fabio Queirolo, Adolfo Soler, Cecilio Báez, Pedro Pablo Caballero y Daniel Candia, escaparon en un vapor a Formosa.
Además del mayor Eduardo Vera, otra baja importante durante el episodio fue el diputado Juan Machain, quien murió combatiendo contra los soldados de la Escolta. Cerca de la medianoche se restableció la calma en la ciudad.
Fueron detenidos más de 150 miembros del Centro Democrático, entre ellos: Ignacio Ibarra, Manuel Irala, José Macias, José Pantaleón Urdapilleta (colorado disidente), Fernando Saguier, Francisco Guanes, Benigno Riquelme, Fernando Carreras, Víctor y Enrique Soler, Manuel Ávila, Manuel Sosa Escalada, Juan Ascencio Aponte, Ildefonso Benegas, Emiliano González Navero, y otros. Por disposición del presidente González, se los trató con toda consideración. Pero en el interior, las autoridades cometieron varias vejaciones y excesos contra las familias y propiedades de los opositores.
Al día siguiente, el mandatario decretó el estado de sitio en todo el país por 30 días. Además, se comenzó a destituir a numerosos funcionarios públicos que habían tomado parte del abortado golpe de estado.
Los líderes que lograron escapar obtuvieron asilo en la representación brasilera, y una vez conseguido el salvoconducto del gobierno paraguayo, viajaron a Argentina a bordo de una cañonera brasilera.
La revuelta del 18 de octubre fue deficientemente planeada. Aun así, casi tuvo éxito y terminó fracasando exclusivamente por la acción decidida de Egusquiza, quien se convirtió, a partir de esa acción, en el nuevo líder político, siendo promovido a general, jerarquía que para esa fecha ostentaban solo Bernardino Caballero y Patricio Escobar.
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