El deporte está de duelo. Falleció Tomás de la Cruz Morel, una de las figuras más destacadas, importantes y queridas de los gloriosos años setenta y ochenta de la selección nacional de futbol de salón y club Cardenal Mindszenty.
«Chito» como cariñosamente le llamaban sus familiares y amigos, integró el excepcional equipo que por primera vez tumbó al poderoso scracht de Brasil en su propia tierra, en la primera copa Intercontinental de Belo Horizonte en 1980, jugando largos pasajes finales con un hombre menos. El equipo albirrojo venció 3 a 2 e infligió la segunda derrota de la historia al amo y señor absoluto en esa época de las competencias internacionales, que por entonces abarcaban solamente el ámbito sudamericano.
Paraguay fue justamente el primero en vencer a Brasil en el histórico primer sudamericano realizado en el estadio Comuneros de Asunción en 1965 y quince años más tarde fue el primero que le ganó en su propia casa en la citada gran justa del «Mineirinho» donde nuestro combinado nacional fue campeón invicto, habiendo batido precedentemente a Francia y a México.
Ese torneo que fue precursor y preparatorio del primer mundial cumplido dos años más tarde, fue disputado por un representante del norte de América, uno de Europa y los dos mejores a nivel sudamericano, entonces Brasil y Paraguay.
Chito anotó dos goles en los primeros juegos ante Francia y México. También dos años más tarde, integró el equipo que jugó el primer mundial de San Pablo en 1982.
Tomás de la Cruz Morel, es el primero de la izquierda en el grupo del mundial 1982
Chito padecía una enfermedad que lo tuvo a mal traer en los últimos meses y estaba internado en el hospital de IPS donde se produjo su fallecimiento.
Las expresiones de pesar por la partida de Chito llueven a esta hora en las redes sociales y grupos de salonistas. En uno de ellos inclusive el doctor Ramón Carosini, la máxima figura histórica del salonismo nacional, desde Madrid, España pedía en estos dias que se ore por él y lo consideró como su «maestro», con quien compartió siendo entonces una juvenil promesa, el combinado nacional que fue subcampeón del primer mundial en San Pablo en 1982.
Los consejos y enseñanzas que brindaba a los jovenes, es algo que no olvidan los salonistas de la época y bien lo puso de relieve el gran «Monchi» Carosini, reconociéndolo como «gran maestro».
A los familiares y deudos de Tomás de la Cruz Morel, nuestras condolencias y votos de cristiana resignación.
En la gráfica, la selección campeona intercontinental de 1980.