TRUMP-HARRIS: Entre la Constitución y la Biblia

El próximo 5 de noviembre se vivirá un nuevo episodio de la historia electoral estadounidense. Indiscutiblemente, el más impredecible de los últimos tiempos, de acuerdo con las características y la naturaleza de las estadísticas. Las encuestas muestran sus valores y tendencias a favor de quien las financió. Terrible encrucijada.

La sumatoria de las mismas excede los parámetros clásicos. Todos estábamos acostumbrados a leer y comprender las diferentes posibilidades. Actualmente, es imposible construir una base de datos única, pues cada estructura partidaria tiene sus propias encuestas y sus propios resultados. Ante esta situación, la alternativa es dejarse llevar por la magia de la intuición. Total, equivocarnos no será nuestra responsabilidad, dado que las encuestas están balanceadas de acuerdo con el interés estratégico de cada sector.

El poder referencial de dichos resultados tiene valor estratégico de comunicación. En otras palabras, una significativa diferencia en California y en Michigan debe considerarse fundamental frente a otros estados. Ahora bien, todas las diferencias consignadas hasta la actualidad son sobre el voto popular. El gran misterio se encuentra en la variación que podría ocurrir con los votantes de los colegios electorales.
El gran interrogante está en la gente que tendrá a su cargo la elección final.

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El conocimiento general de los mismos está por encima del promedio de los ciudadanos, lo que redunda en un incremento en la perspectiva sobre los valores y la doctrina de seguridad nacional. Este conjunto de personas, me refiero a los integrantes de los colegios electorales, son, a mi criterio, el verdadero filtro de todo el sistema.

Son los verdaderos dueños del poder; en sus manos está la decisión de poner límites a las propuestas de los candidatos en consonancia con la tolerancia del sistema político, económico, jurídico y social de los Estados Unidos de América. En sus últimos días como presidente, Donald Trump se excedió de dichos parámetros. Vulneró los principios constitucionales y generó una profunda crisis.

La toma del Congreso rebasó todos los límites del sistema democrático. Este episodio generó la indignación no solo de los demócratas; fue una vergüenza para los republicanos acostumbrados al respeto irrestricto del deber constitucional sobre todas las cosas. Para el republicano corriente, los libros más importantes son la Constitución y la Biblia. Y para los representantes de los colegios electorales, en el momento de votar, será la Constitución su Biblia.

Trump podría tener más votos ciudadanos que la señora Harris. Pero, a pesar de ello, no le alcanzará para volver a la Casa Blanca.
Los honorables ciudadanos que representarán a esta mayoría electoral se enfrentarán al gran acertijo: entre volver a correr un alto riesgo para el sistema o blindarlo definitivamente. Si los colegios electorales otorgan más votos a Kamala, a pesar de su derrota numérica, será una lección de cómo el sistema se blinda a sí mismo.

Mi pensamiento no se basa en ninguna profecía. Y la numerología es simplemente parte del gran acertijo. Finalmente, las encuestas son la parte más visible de la guerra de las estrategias.

Amigo lector, confieso que mi analogía se basa estrictamente en mi concepción sobre los valores del pueblo americano. Equilibrados y desarrollados por los colegios electorales, donde honorables hombres y mujeres tendrán la oportunidad histórica de revitalizar la esencia de los valores democráticos.

El 5 de noviembre, es muy probable que Trump tenga más votos ciudadanos que Harris, lo que empujará a los colegios electorales a ejercer su poder real dentro del sistema representativo. Y la alquimia perfecta, amparada en la Constitución y la Biblia, dará su veredicto final.
Un resultado no esperado, pero tremendamente significativo y aleccionador, justificando así: ¡El imperio ante todo!

Juan Carlos A. Moreno Luces
Sociólogo paraguayo.
Corresponsal de LA TRIBUNA.