Han pasado dos años desde el inicio de la pandemia, la cual ha dejado secuelas en la economía nacional, según lo descrito por los economistas. Ha habido empresas quebradas, negocios cerrados y miles de ciudadanos que han perdido su empleo. En medio de todo esto, se ha vivido la discusión entre la casi nula inflación emitida por el BCP y el grito de los consumidores por el alto costo de la canasta familiar. Este cuadro poco satisfactorio exige una reacción madura de quienes dirigen y hacen política en Paraguay.
Sin embargo, ya pasadas las elecciones presidenciales, el clima de enfrentamiento electoral persiste en el ambiente. Hay discusiones entre los mismos opositores sobre el fraude electoral o no, y en el Partido Colorado ya se habla de bancadas divididas antes de que asuman los nuevos legisladores. Es como si el país no necesitara, con urgencia, otro ritmo de conducción en sus dirigentes.
Como si todo fuera poco, en un país agrícola, sigue el contrabando de productos agrícolas, denunciado por los mismos productores. Todo este relato no es asumido por aquellos que dicen operar contra el comercio ilegal, a cargo de Emilio Fuster.
La deuda pública y externa continúa creciendo y el presupuesto fijado es mucho más alto de lo que genera el fisco, un hecho igualmente señalado por los entendidos en la administración pública.
Se espera que haya aumentos y ajustes para los funcionarios públicos durante el segundo semestre, pero no hay suficiente dinero en el Estado. Las exportaciones están en una línea peligrosa y las remesas que llegan del extranjero no están pasando por buen momento debido al clima de inestabilidad que afecta a la sociedad global.
Abdo Benítez se está yendo en medio de calificativos en su contra. Viene otro gobernante y lo que se espera es que no haya otros cinco años de insuficiencia con él.
La sociedad espera que la llamada transición de Gobierno sea madura y correcta. Paraguay no está para escuchar que el nuevo Ejecutivo diga luego de asumir que su predecesor no le dejó nada en caja y sí muchas cuentas y deudas. Eso ya se sabe hoy en día, por lo que Abdo Benítez y Peña ya deben cogobernar juntos, y la Asociación Nacional Republicana (ANR) debe hacerse cargo de su responsabilidad con la República, como partido de Gobierno.