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viernes, 22 de noviembre de 2024
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Paraguay precisa un gobierno que gobierne y una oposición creíble

Los resultados de las pasadas elecciones dan otros cinco años de oportunidad al Partido Colorado para administrar los bienes y recursos del país. Algunos analistas indicaron que esos cómputos también son secuelas de la inexistencia de una verdadera oposición con una hoja de ruta de genuino cambio en el país.

La Asociación Nacional Republicana (ANR) tiene en sus manos otros cinco años más para elevar el nivel de gestión de los anteriores gobiernos colorados. Tiene todo para que así sea: el presidente electo tiene la legitimidad de una aplastante suma de votos. Tendrá mayoría en ambas cámaras del Congreso y en las gobernaciones. Además, cuenta con el control del Poder Judicial, por citar otro poder del Estado. Es decir, no tiene pretexto ni excusa alguna para seguir con lo mismo de siempre, según describen los analistas.

La oposición tiene la responsabilidad de construir una imagen seria. No puede continuar al mismo tranco. Un ejemplo de su nula consistencia es que decían que tenían todo el control de las elecciones pasadas y, tras la abultada derrota, ahora salen con el grito del fraude electoral.

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Eso no es serio, como tampoco lo es que nunca hicieron una oposición confiable al actual gobierno y que luego se quiera mostrar presuntamente preocupada por la gente. Los hechos la desmienten.

Algunas figuras de la oposición hasta siguen en el actual Gobierno. Eso no es criticable. Lo repudiable es que solo sirvieron para ejecutar campañas internas partidarias dentro de la propia ANR.

Los más críticos citan el caso Guzzio al frente de Seprelad y Ministerio del Interior, Arregui, quien también estuvo en Seprelad y hoy en el Banco Nacional de Fomento, y Fernández, actual jerarca de la Secretaría de Prevención de Lavado de Dinero. También está Fuster, cuya tarea sigue cuestionada al frente del órgano de lucha contra el contrabando. Se menciona a las citadas personas para ilustrar el nivel de los opositores en Paraguay.

Un repaso por los archivos mostrará que el propio candidato presidencial de la Concertación, Alegre, casi no dedicó críticas al Gobierno de Abdo Benítez. Cuando hablaba de «Patria o mafia», no insinuaba nada hacia el presidente de la República, al menos no lo hizo como campaña dirigida. Algo similar ocurrió con su dupla, Soledad Nuñez. Eso no pasó desapercibido.

Figuras legislativas de la llamada oposición dedicaron tiempo y espacio parlamentario más bien para proyectar una imagen de tinte electoral, con mucho show de por medio, con lo cual aseguran alguna cabecera o notas en esa prensa que estaba con ese tipo de noticia o riña.

Las instituciones partidarias, como Patria Querida y Encuentro Nacional, empezaron a demostrar o buscar algún vínculo con la gente solo meses antes de los comicios. Frente Guasu perdió fuerza esperando la recuperación de Lugo, sabiendo que no había una construcción institucional. Al final, quedó dividido y casi sin vida por un proyecto encabezado por un liberal.

Especialistas en temas políticos sostienen que se debe romper la politiquería en vigencia hoy en día. Esto será factible con un Gobierno que gobierne con eficiencia para el pueblo paraguayo y con una oposición seria, creíble, previsora y confiable en beneficio de la República. Alegan que esta será la mejor forma de justificar la existencia del Estado paraguayo.